31 alimentos que NUNCA debes guardar en el congelador
Alimentos no van al congelador
El congelador es uno de los electrodomésticos de cocina más prácticos y resistentes, pues sirve para conservar comidas cocinadas, almacenar con seguridad las sobras y mantener los alimentos precocinados en perfectas condiciones.
Pero no todos los alimentos son lo bastante robustos para soportar sus temperaturas bajo cero. De hecho, la deshidratación, la rehidratación y las quemaduras por congelación pueden afectar a muchos platos e ingredientes delicados. Para ayudarte a saber qué debes guardar y dónde, aquí te revelamos los alimentos que nunca deben guardarse en el congelador (y dónde almacenarlos en su lugar).
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Hemos basado nuestra clasificación en el impacto de la congelación sobre cada ingrediente, con el respaldo de consejos de expertos e investigaciones.
Adaptado al español por Alba Mora Antoja, Redactora en Español para loveFOOD.
31. Gelatina
Tanto si te gusta la gelatina de frutas enteras, como si te gusta la capa que se tambalea en una tarta o incluso la gelatina carnosa en un pastel de cerdo, tenemos malas noticias. Los enlaces químicos mágicos y elásticos de la gelatina que dan a la gelatina su rebote y bamboleo no sobreviven al proceso de congelación, por lo que merece la pena evitarla por completo, a menos que quieras llevarte una decepción.
31. Gelatina
Algunas alternativas veganas pueden conservarse en el congelador, pero el proceso de descongelación es muy variable. Si la carragenina o el agar-agar son los agentes gelificantes de una mezcla para postres o una mousse, ten cuidado. Para asegurarte de no tener nunca un desastre de gelatina congelada, es mejor hacerla fresca y guardarla en el frigorífico, dejándola cuajar toda la noche si es posible.
30. Sandía
Es lo mejor para refrescarse en los días cálidos, así que tendría todo el sentido del mundo que la sandía pudiera congelarse sin problemas, ¿verdad? Pues no. Esas delicadas estructuras celulares que proporcionan un zumo delicioso cuando están frescas se dañan irreparablemente con la baja temperatura del congelador. Si la dejas descongelar, la sandía se derrumbará por completo, dejándote una papilla roja algo viscosa.
30. Sandía
Los que quieran saborear sandía helada pueden usar una batidora potente. Este práctico artilugio de cocina triturará los trozos helados hasta convertirlos en un sabroso granizado, creando la base perfecta para un cóctel helado o un cóctel frío (solo tienes que asegurarte de usar trozos pequeños para no dañar la batidora). Sin embargo, para obtener trozos jugosos, deberás guardar la fruta en el frigorífico.
29. Ajo
Aunque puede resultar tentador congelar el ajo sobrante que tengas por ahí, si lo haces estarás sacrificando seriamente su distintiva textura. Esto es especialmente importante si preparas platos centrados en el ajo, como pan de ajo con mantequilla y hierbas, o un sabroso plato de espaguetis al aglio e olio. Siempre recomendamos tener a mano una cabeza de ajo fresca para este tipo de recetas.
29. Ajo
Este ingrediente picante conserva su fuerte sabor cuando se congela, así que una opción es picar finamente los clavos pelados y congelarlos en cubiteras con aceite o agua. Puedes usarlos cuando los necesites para guisos, sopas o salsas. Dicho esto, en nuestra opinión, siempre es preferible el ajo fresco.
28. Glaseado
Si tu objetivo es una estética perfecta, no intentes congelar un glaseado hecho con claras de huevo crudas. Mientras que un bizcocho se congelará y descongelará perfectamente, la clara de huevo del glaseado puede espesarse y separarse de los demás ingredientes al descongelarse, provocando una descamación imprevisible y, por tanto, estropeando tu acabado impecable.
28. Glaseado
Si buscas una alternativa fácil que sí se congele, algunos expertos sugieren utilizar claras de huevo deshidratadas en polvo para hacer el glaseado. Otro consejo práctico que muchos recomiendan es hornear el bizcocho con antelación y glasearlo el día que quieras servirlo. Así evitarás las antiestéticas manchas de glaseado, si vas a hornear para una ocasión especial.
27. Calabacín
Como muchas verduras frescas, el calabacín es otro ingrediente con un alto contenido en agua, lo que significa que es mejor no congelarlo o te arriesgas a que quede empapado. Esta verdura verde o amarilla también adquiere un color y un sabor oxidados cuando se congela, por lo que siempre desaconsejamos guardar el calabacín crudo en el congelador.
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27. Calabacín
Si te sobra calabacín, fríelo en abundante aceite de oliva y añádelo a salsas caseras para pasta, curry o guisos, que luego podrás congelar para más adelante. Esto evitará que el calabacín adquiera un color oxidado, o que huela mal, a la vez que te proporciona una sabrosa opción de cena cuando andes escaso de tiempo en el futuro.
26. Crema de queso
El alto contenido en agua del queso crema lo hace propenso a estropearse por las bacterias antes de que llegues a usar toda la tarrina. Pero ten cuidado: si guardas este queso rico en grasa en el congelador, la consistencia sedosa que tanto nos gusta se volverá granulosa, grumosa y húmeda. Guárdalo en el frigorífico para evitar disgustos a la hora de rellenar tus panecillos o cubrir tus tostadas.
26. Crema de queso
Vale la pena señalar que el queso fresco congelado puede seguir utilizándose en la cocina. Por ejemplo, puedes añadir una cucharada a la sopa para darle más cremosidad al plato, o darle un toque a la masa de un brownie de chocolate. Solo recuerda que no estará bueno comido tal cual.
25. Yogur
Es natural querer conservar este ingrediente fresco y cremoso para utilizarlo en el futuro, pero meter el yogur en el congelador no es una buena idea. Cuando se almacena a temperaturas bajo cero, las grasas y el agua del yogur se separan en grandes formaciones de escarcha, creando una textura partida, por no mencionar un sabor extra-ácido cuando se descongela.
25. Yogur
Hay formas increíblemente sencillas (y deliciosas) de aprovechar el yogur sobrante. Por ejemplo, para hacer labneh solo tienes que salar el ingrediente y colar el exceso de suero. Otra opción estupenda son los potitos de yogur para el desayuno con un puñado de granola, mientras que el sabroso tzatziki es una forma sabrosa de aumentar tu ingesta de calcio.
24. Merengue
Las claras de huevo batidas y el azúcar forman nubes de merengue realmente mágicas cuando se sirven frescas, pero si las metes en el congelador, la cosa cambia. La dificultad se reduce a los efectos de la humedad. Al descongelar tu merengue francés, italiano o suizo, cualquier condensación en su envoltorio hará que la textura se ablande, perdiendo todo ese maravilloso crujido y desmenuzamiento. Las coberturas de merengue blando también pueden volverse gomosas tras la descongelación, por lo que también desaconsejamos guardarlas en el congelador.
24. Merengue
Lo mejor para conservar los merengues horneados es guardarlos en un recipiente hermético a temperatura ambiente y en un lugar seco. Asegúrate también de que estén completamente fríos antes de cubrirlos, pues de lo contrario se reblandecerán. Si tu merengue está cubierto de fruta fresca o nata, deberás conservarlo refrigerado y ligeramente cubierto con film transparente.
23. Tzatziki
Tener esta salsa cremosa a mano es muy útil cuando quieres darle un toque especial a ensaladas, wraps o verduras a la parrilla. Pero, por desgracia, el congelador no es un lugar seguro para esta magnífica salsa con ajo. Los pepinos acuosos se convierten en una papilla viscosa al descongelarse, y su cobertura de yogur no será mucho mejor, ya que se separará en cuajada y suero.
23. Tzatziki
Tanto si te gusta untarlo sobre la carne del gyros como si te encanta mojar pitta caliente en él, el tzatziki frío se disfruta mejor fresco. Sigue nuestro consejo y prepáralo en pequeñas porciones el día que vayas a comerlo. Al fin y al cabo, solo lleva unos pocos ingredientes y no se tarda nada en preparar.
22. Ensalada de col
Las verduras con un alto contenido en agua no soportarán bien el proceso de congelación. Sus delicadas células que contienen líquido (que, cuando están frescas, les dan un crujido tan satisfactorio) se desharán cuando el líquido se expanda y se convierta en cristales de hielo. Esto significa que la cebolla y la col de la ensalada de col se volverán blandas y pastosas, mientras que la mayonesa sufrirá sus propios problemas.
22. Ensalada de col
A nadie le gusta una ensalada de col decepcionante, así que nunca guardes las sobras en el congelador. Para evitar problemas, lo mejor es mantenerla lo más fresca posible: hazla el mismo día que vayas a comerla para que las verduras estén crujientes y deliciosas. Si compras un paquete precocinado, guárdalo en el frigorífico y respeta la fecha de caducidad.
21. Nata líquida
Los productos lácteos son esencialmente emulsiones de partículas de grasa y agua, dos componentes que reaccionan de forma muy diferente al proceso de congelación y descongelación. Esto puede sonar contradictorio, ya que el helado es uno de los alimentos más sabrosos del congelador, pero a la nata normal no le sentará bien tu congelador.
21. Nata líquida
Todo tiene que ver con la estructura. Un helado para cucharas necesita batirse o batirse para evitar el crecimiento de grandes cristales de hielo. Cuanto mayor sea el contenido de grasa de un producto lácteo, menos cristales de hielo crecerán, así que si realmente quieres congelar nata, opta por el doble, o simplemente guárdala en el frigorífico.
20. Rábanos
Estas verduras picantes para ensalada añaden un toque de color y sabor a los platos veraniegos, pero si te sobran del huerto o de la nevera, piénsatelo dos veces antes de meterlos en el congelador. El alto contenido en agua de los rábanos los hace vulnerables durante el proceso de congelación, lo que significa que estarán empapados y tristes tras la descongelación.
20. Rábanos
Si buscas formas fáciles de conservar esta verdura y quieres aprovechar al máximo su característico y vibrante sabor, ¿qué te parece encurtir los rábanos que te sobren? Es una idea mucho mejor que la congelación, ya que conserva el color y el sabor durante semanas. Además, los rábanos encurtidos son un delicioso complemento para todo tipo de platos, desde arroz y fideos hasta sándwiches, tacos y ensaladas picantes.
19. Hierbas
La aromática albahaca tailandesa, el fragante cilantro y el tierno estragón pueden hacer o deshacer un plato, pero no caigas en la tentación de guardar las sobras en el congelador tal cual. Si lo haces, estas hierbas blandas (una categoría que también incluye la menta, el perejil, el eneldo y el cebollino) se volverán negras y viscosas al descongelarlas. En lugar de eso, procésalas hasta obtener una pasta con un chorrito protector de aceite, y luego congélalas en bandejas de cubitos de hielo para mayor facilidad.
19. Hierbas
Sin embargo, las hierbas más duras, como el romero, el laurel y las hojas de lima, se congelan mucho mejor si se dejan tal cual. Solo tienes que cortar los tallos de la planta y meterlos en un recipiente hermético o en una bolsa de congelación para facilitar el acceso y evitar que las hojas caídas ensucien el congelador.
18. Tomates
No hay nada mejor como un tomate fresco perfectamente maduro, pero si congelas la fruta, lo que saldrá de tu congelador no se parecerá en nada a lo que fue. Desde las pepitas gelatinosas hasta la compleja estructura de la pulpa, la delicada textura de un tomate quedará desgarrada por la expansión de los cristales de hielo al congelarse.
18. Tomates
Pero hay muchas formas de conservar estos frutos rojos y aprovechar al máximo sus cortas cosechas estacionales. Te recomendamos que cuezas y trocees (o hagas puré) los tomates por tandas, y luego los congeles en raciones individuales, listos para formar la base de una sabrosa sopa o salsa para pasta más adelante.
17. Quesos blandos
El congelador es un lugar estupendo para guardar los trozos sobrantes de queso duro. Los quesos como el cheddar, el parmesano y el Stilton pueden congelarse y luego introducirse en una sopa, un caldo o un horneado para añadir sabor. Lo que no funcionará, sin embargo, es intentar conservar quesos sedosos y blandos con texturas más complejas, como el brie o el camembert. Esto se debe a que el mayor contenido de agua de estos quesos hace que su estructura se vea gravemente afectada por las temperaturas bajo cero.
17. Quesos blandos
Para evitar problemas la próxima vez que prepares una tabla de quesos, te recomendamos que guardes estos quesos de corteza blanda en el frigorífico, sacándolos una hora o así antes de servirlos, para que alcancen la temperatura adecuada y su sabor pueda brillar de verdad. Guardar estos quesos en el frigorífico no solo mantendrá su forma y consistencia, sino que también prolongará su vida útil.
16. Postres a base de crema pastelera
Los flanes, brûlées y pasteles rellenos o cubiertos de crema pastelera son demasiado buenos para desperdiciarlos, así que entendemos que quieras que te duren las sobras. Pero, aunque las auténticas cremas pasteleras a base de huevo son simplemente divinas cuando se disfrutan frescas, sufren una desafortunada transformación al descongelarse. La combinación de huevo, nata y leche perderá su encantadora sedosidad y se volverá acuosa y grumosa al derretirse los cristales de hielo.
16. Postres a base de crema pastelera
Sin embargo, a un flan le irá mejor si primero se bate en una máquina de hacer helados y se guarda durante un breve periodo de tiempo en el congelador. En general, sin embargo, es mejor conservar estas delicias dulces en el frigorífico siempre que sea posible. Además, es una buena excusa para disfrutar de una ración extra cuando se acerque la fecha de caducidad.
15. Flores
Los delicados pétalos de rosa o las espumosas flores de saúco pueden ser un bello complemento para pasteles y postres. Algunos cocineros incluso los muelen en masa de pasta o los glasean en panes de masa fermentada para darles un aspecto hermoso. Pero, por desgracia, cualquier intento de conservar su belleza en el congelador está condenado al fracaso. Los pétalos se convertirán en un aguanieve marrón al descongelarse los cristales de hielo.
15. Flores
Si quieres congelar las flores comestibles sí o sí, prueba a hacerlo en agua en una bandeja de cubitos de hielo, y luego añádelas a las bebidas para darles un bonito toque final. Sin embargo, para decorar, lo mejor son las flores comestibles frescas o secas, que puedes espolvorear sobre ensaladas de hojas o utilizar para dar un toque de color a una tarta helada.
14. Nata agria
Como la mayoría de los productos lácteos, la crema agria es mejor consumirla lo más fresca posible. Si la guardas en el congelador y luego la descongelas, el popular ingrediente se separará y no podrás recrear su característica consistencia sedosa. En última instancia, esto significa que no será ni de lejos tan deliciosa untada sobre patatas asadas o como cobertura de nachos.
14. Nata agria
Dicho esto, si tienes un bote en el frigorífico que se va a consumir pronto y lo metes en el congelador, aún tienes opciones. Puedes utilizar la nata agria descongelada en sabrosas salsas, guisos y sopas para añadir un toque de cremosidad o para ayudar a reducir el picante de un plato. También puedes usarla para hornear, añadiendo una cucharada a una mezcla de brownie o pastel.
13. Ensalada
Las ensaladas y los cogollos de lechuga embolsados se desperdician a menudo, pues esas delicadas hojas frescas se marchitan rápidamente en nuestros frigoríficos. Sin embargo, no caigas en la tentación de prolongar su vida útil metiéndolas en el congelador. Las células ricas en agua de cada hoja estallarán al congelarse, dejándote una papilla verde poco apetitosa.
13. Ensalada
Pero antes de tirar a la basura tu bolsa a medio comer, comprueba las variedades de hoja que hay dentro, porque algunas verduras de hoja verde pueden utilizarse de formas alternativas para evitar el despilfarro. Por ejemplo, las espinacas tiernas, las hojas de remolacha y los berros pueden escaldarse o cocerse al vapor, y luego congelarse en porciones, para añadirlas más adelante a batidos, guisos, sopas y curry.
12. Pasta cocida
¿Siempre te sobra pasta después de comer? Por muy tentador que sea congelar la pasta cocida, es mejor evitarlo. Cuando se congela, este alimento feculento puede perder su forma y convertirse en un amasijo blando y grumoso que dista mucho de su antigua gloria.
12. Pasta cocida
Si te sobra pasta y congelarla te parece la única opción, mézclala con la salsa sobrante de la comida y será menos probable que salga del congelador en un gran bulto. Asegúrate de que tienes suficiente salsa para cubrir la pasta. La lasaña cocida también funciona bien en el congelador, por lo que es una buena opción para cocinar por lotes. Divídela en porciones individuales para que se descongele o recaliente más rápido (puedes calentarla directamente del congelador en el horno o en la freidora de aire).
11. Patatas
Aunque sería muy práctico poder guardar en el congelador este producto esencial de la despensa, el contenido de agua de las patatas las hace inadecuadas para el congelador. Para conservar el dulce sabor primaveral de las patatas nuevas, hay quien dice que puedes precocinarlas antes de congelarlas. Sin embargo, los resultados suelen ser bastante decepcionantes, por lo que vale la pena cocinarlas el día que las vayas a comer.
11. Patatas
Si buscas un método fácil que te ahorre tiempo, es mejor que cortes cuidadosamente las patatas en trozos más pequeños (una patata entera tardará una eternidad en descongelarse) y las cocines previamente en el horno o al vapor antes de meterlas en el congelador. También puedes tener en el congelador un paquete de patatas fritas o gajos comprados en el supermercado para cuando tengas un apuro.
10. Huevos
Los huevos están tan perfectamente envasados (y son tan perecederos) que resulta tentador meter un excedente directamente en el congelador. Sin embargo, si lo haces, la expansión de los líquidos de congelación volverá a ser tu enemiga. Las cáscaras de los huevos enteros se agrietan al congelarse, permitiendo que las bacterias del congelador contaminen el interior (y causando un lío tremendo).
10. Huevos
Una solución práctica es romper y separar los huevos que quieras conservar, transfiriendo las claras a bandejas de cubitos de hielo para congelarlas. Las yemas pueden cambiar de textura al descongelarse, así que si optas por congelarlas, es mejor batirlas antes con un poco de azúcar o sal.
9. Aguacates
Internet está lleno de trucos que te dirán que los aguacates se pueden congelar con una preparación cuidadosa: trocearlos, aliñarlos con zumo de limón y congelarlos rápidamente. Sin embargo, la textura mantecosa y el color verde vivo se perderán, dejándote una papilla bastante poco apetecible (a menos que puedas ocultarla en un batido), así que es mejor evitarla por completo si puedes.
9. Aguacates
Las frutas de color verde suave también se vuelven marrones cuando se exponen al oxígeno al descongelarse, ya que las enzimas de la pulpa alteran la estructura química de los fenoles, compuestos que se encuentran en abundancia en estas frutas cardiosaludables. Mantenlos frescos, madurando en la encimera durante un par de días. También puedes trasladar los aguacates al frigorífico para evitar que maduren en exceso si no los vas a consumir enseguida.
8. Apio
Congelar apio es desaconsejable, y no es difícil adivinar por qué. Al igual que el calabacín y los tomates, el apio tiene un contenido de agua increíblemente alto, lo que significa que si lo guardas en el congelador te encontrarás con una masa blanda sin sabor ni color debido a la oxidación.
8. Apio
Para disfrutarlo al máximo, te recomendamos que mantengas el apio en el frigorífico. Si te sobra, puedes freírlo y añadirlo a un guiso cargado de verduras, a una salsa para pasta o a una sopa, y luego congelar estos platos, descongelándolos cuando los necesites. Nos lo agradecerás.
7. Ostras
Puede que sean un manjar adorado por muchos, pero hay pocos alimentos de tan alto riesgo como las ostras crudas. Pueden albergar bacterias gravemente nocivas en su carne blanda, por lo que requieren una manipulación cuidadosa en casa. Congelar ostras crudas es técnicamente posible si las descongelas a baja temperatura, pero debes cocinarlas poco después para evitar las texturas difíciles causadas por la fusión de los cristales de hielo.
7. Ostras
Para evitar enfermar, sigue nuestro consejo y cocina las ostras antes de congelarlas. O, para disfrutarlas de la forma más segura (y deliciosa), lo mejor es devorarlas cuando estén lo más frescas posible. Si no estás seguro de cómo manipular las ostras, te recomendamos que lo dejes en manos de especialistas y las pidas en una marisquería bien valorada o pidas consejo a tu pescadero.
6. Café
Si entiendes de café, también sabrás que los deliciosos aromas que desprende proceden principalmente de los compuestos de sabor que contienen los aceites naturales de los granos. Preservar la vida de estos aceites es una buena idea, pero el congelador no puede ayudar. ¿Toda esa escarcha acumulada en tu nevera? Eso es humedad atmosférica, y los granos molidos pueden absorberla fácilmente, arruinando la estabilidad de esos aceites esenciales.
6. Café
También se absorberá cualquier sabor fuerte, lo que dará a tus judías elegantes un regusto a pan de ajo, palitos de pescado y cebolla picada. Una vez abiertos, guarda los posos o granos de café en un recipiente hermético y coloca el recipiente en un lugar fresco y oscuro, a temperatura ambiente, para tener siempre la infusión perfecta.
5. Alimentos fritos
Hay una buena razón por la que los alimentos fritos precongelados que compramos en el supermercado contienen una lista tan larga de ingredientes: mantener la estructura seca y crujiente de los alimentos fritos es una verdadera ciencia. Los alimentos fritos frescos o caseros sucumbirán a uno de los mayores problemas asociados al proceso de congelación: la humedad. La estructura delicada y burbujeante de un rebozado (o la capa crujiente de un ingrediente frito) se doblará al descongelarse.
5. Alimentos fritos
Cuando te entren antojos de comida frita, la mejor opción es preparar la comida que elijas fresca para que tenga un crujido satisfactorio y sea más probable que el rebozado permanezca intacto. Alternativamente, puedes optar por alimentos fritos precongelados.
4. Mayonesa
Puede ser tentador congelar los rellenos y las salsas para sándwiches ricos en mayonesa, y si has hecho una tanda desde cero, querrás disfrutarla el mayor tiempo posible. Pero espera. Esta emulsión de aceite, yema de huevo y vinagre perderá completamente su compostura al descongelarse. A cambio, tendrás una masa derretida y grumosa que no está a la altura de su textura original.
4. Mayonesa
Por supuesto, puedes evitarlo por completo guardando la salsa en el frigorífico. Esto no solo ayuda a mantenerla cremosa, fresca y deliciosa, sino que la mayonesa dura relativamente mucho tiempo en el frigorífico, por lo que realmente no hay necesidad de guardarla en el congelador. Cabe señalar que, si la mayonesa se almacena a temperaturas demasiado frías, su consistencia puede cambiar, así que guárdala en la puerta del frigorífico, donde las condiciones son siempre ligeramente más cálidas.
3. Ofertas a punto de caducar
Con los precios de los alimentos por las nubes, resulta tentador hacerse con productos rebajados, casi caducados, y apilarlos en el congelador para disfrutarlos más tarde. Pero aquí está el problema: la congelación no restaura la frescura de un alimento. Si congelas los que ya están al límite en cuanto a seguridad alimentaria, el resultado será prácticamente seguro una intoxicación alimentaria.
3. Ofertas a punto de caducar
Si dejas que se descongelen a temperatura ambiente, las bacterias tendrán más tiempo para acumularse. Además, si los calientas en el microondas, corres el riesgo de acelerar su deterioro. Las fechas de caducidad están ahí por una razón, y ahorrar un poco de dinero no merece la pena si no piensas consumir los alimentos inmediatamente.
2. Pepino
Congelar bastones de pepino puede parecer lo último para preparar canapés o tentempiés de forma rápida, pero no es una buena idea. Su alto contenido en agua hace que las paredes celulares de esta verdura clásica de ensalada se expandan y revienten al congelarse. Eso significa que, al descongelarse, los bastones se convertirán en una papilla flexible, desaparecerá ese glorioso crujido y tu pepino solo servirá para tirar a la basura.
2. Pepino
Los pepinos se conservan bien a temperatura ambiente y aguantan en la encimera alrededor de una semana sin cortar. Además, así tendrán más sabor. Por supuesto, puedes guardarlos en el frigorífico, sobre todo una vez cortados, para que conserven la humedad.
1. Carne cruda previamente congelada
Conviene recordar que el congelador detiene, pero no elimina, la actividad bacteriana dentro de los alimentos. Esto significa que los alimentos con alto riesgo de contener patógenos, sobre todo la carne, el pescado y el marisco crudos, deben manipularse con especial cuidado. Cuando cocinamos estas proteínas antes de volver a congelarlas, el calor elimina la mayoría de los microbios presentes, reduciendo el riesgo de intoxicación alimentaria. Pero volver a congelar carne, pescado o marisco crudos ya descongelados es un gran error.
1. Carne cruda previamente congelada
Cuando los alimentos descongelados se vuelven a congelar sin cocinar, las bacterias nocivas tienen más tiempo para multiplicarse, lo que puede provocar una desagradable intoxicación alimentaria. Merece la pena señalar que, si piensas congelar carne y pescado frescos crudos, se recomienda hacerlo lo antes posible. Si lo haces, no solo alargarás su vida útil, sino que se garantiza que no se comprometa el sabor ni la textura.
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Última actualización por Lottie Woodrow.
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