24 alimentos que NO sabías que puedes congelar y que te ahorrarán mucho dinero
Activos congelados
Cuando se trata de ahorrar dinero, reducir los residuos y maximizar la comodidad, el congelador es el mejor amigo de todo cocinero. Pero, ¿aprovechas al máximo este maravilloso electrodoméstico? Nos hemos adentrado en los mitos y conceptos erróneos que rodean al congelador para descubrir los secretos de los chefs y los trucos de almacenamiento que pueden marcar la diferencia en tu cocina.
Haz clic o desplázate por nuestra galería para descubrir 24 alimentos que SÍ puedes congelar, desde yemas de huevo hasta papas fritas, pasando por el más sorprendente de todos.
Adaptado al español por María J. Arabia, Editora de sindicación en Español para loveEXPLORING.
24. Puré de tomate
Debería ser el alimento básico perfecto para el refrigerador, pero este puré (y otras pastas repletas de sabor) no siempre se conserva mucho tiempo en las latas de metal o los tubos exprimibles en los que se vende. La respuesta es fácil: utiliza una cubitera para congelar porciones de pasta y tendrás bombas de sabor listas para usar cada vez que cocines. Para conservarlas al máximo, saca los cubitos de la bandeja una vez congelados y guárdalos en una bolsa hermética.
23. Queso rallado
¿Siempre tienes trozos de queso al azar en la nevera? Sálvalos de los mohos que prosperan en este ambiente húmedo congelando las sobras en bolsas herméticas. Rallarlo es la preparación perfecta para la nevera: las hebras finas se congelan y descongelan rápidamente, y es fácil coger solo lo que necesitas. Acuérdate de etiquetar los quesos para poder identificar fácilmente las distintas variedades.
22. Pastel
Si tu congelador aún no está lleno de trozos de tarta, tienes que ponerte a hornear. Bizcocho aireado, glaseado, crema batida… todos estos componentes se conservan bien en el congelador y a menudo se desperdician junto con otros alimentos sobrantes después de las grandes celebraciones. También se congelan fácilmente antes de usarlos para que la preparación de la tarta sea más sencilla. El secreto está en envolver dos veces el pastel en film transparente -ya sea bizcocho o fruta- para mantener alejados el aire y la humedad.
21. Pesto
Las hojas enteras de albahaca congeladas son una triste propuesta: las de las pizzas pueden romperse en el congelador y convertirse en papilla al descongelarse. El pesto, sin embargo, es la solución perfecta para conservar sus increíbles sabores aromáticos. Las hierbas blandas trituradas (prueba el pesto de perejil, o incluso el de ajo silvestre, además de la albahaca) conservan bien sus perfiles de sabor, solo tienes que asegurarte de que el aire helado no las alcance. La mejor manera es verter una buena capa de aceite sobre la parte superior de las tarrinas pequeñas o bandejas de cubitos de pesto.
20. Mantequilla
He aquí un secreto para quien esté harto de ir corriendo a comprar mantequilla: tu congelador puede almacenar bloques hasta 12 meses. Algunas recetas de repostería incluso piden mantequilla rallada directamente del congelador , ya que los lácteos refrigerados son la forma perfecta de reducir el impacto de la manipulación excesiva (o de una cocina caliente) sobre la delicada laminación que a todos nos encanta hacer crujir. Recuerda guardar la mantequilla congelada en recipientes herméticos para que dure lo máximo posible.
19. Masa de pan
Hornear desde cero puede ser mágico, pero nunca es fácil encajar la larga secuencia de amasado, fermentación y fermentación en la vida diaria. Aquí es donde entra en juego el congelador: una vez que la masa con levadura ha subido por primera vez, se le puede dar forma y congelarla, haciendo una pausa en el proceso. Tanto si quieres una bola de masa de pizza lista para preparar bases rápidas durante la semana, como panecillos y barras de pan listos para el horno, el congelador es tu arma secreta.
18. Vino
No hay nada más práctico que un chorrito de vino guardado en cubiteras para risottos o un rico caldo, pero ¿qué pasa con la congelación del vino para beber? Congelar y descongelar vinos finos puede cambiar su delicado perfil de sabor, así que los resultados son un poco una lotería, pero el vino descongelado funciona para una sangría o usa los cubos para enfriar los cócteles de vino. Si no, sigue los pasos de todos los buenos cocineros y convierte tu congelador en una cámara frigorífica para tener a mano raciones de vino para cocinar.
17. Masa de galletas
No solo para los amantes de los helados, la masa de galletas congelada es un buen truco de cocina. ¿Quieres sacar una bandeja caliente de galletas del horno cuando vengan invitados? Prepáralas con antelación enfriando la masa fresca en forma de cilindro grueso y cortando rodajas redondas, o haciendo bolas con una cuchara de helado. Esta masa puede guardarse en un recipiente hermético, o incluso en bandejas de horno forradas con film transparente, lista para la acción.
16. Soffritto básico
La base aromática de cebolla, zanahoria y apio finamente picados, aliada secreta de muchos buenos cocineros, es el comienzo perfecto para muchas recetas , desde sopas y guisos hasta salsas para pasta y estofados. Este componente eminentemente congelable es el truco rápido perfecto: pica finamente (o tritura) las verduras en una lenta tarde de domingo y mételas en bolsas herméticas listas para meterlas en cenas rápidas entre semana.
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15. Suero de mantequilla
Este lácteo ligeramente ácido aporta una acidez esencial a las masas de pancakes, las coberturas de pollo y los muffins horneados, pero no siempre es fácil conseguirlo. ¿La solución? ¡Congélalo! Porcionar un cartón en medidas útiles y aprovechables te permitirá tenerlo siempre a mano para tus recetas favoritas. Como ocurre con muchos productos lácteos, es posible que al descongelar se separe un poco la grasa. Basta con batir y hornear.
14. Berenjena
Esta versátil verdura es ideal para tenerla siempre a mano, ya sea asada en salsa, chamuscada en la barbacoa o marinada y frita. Las berenjenas troceadas y cocidas quedan bien congeladas en un plato -tal vez una musaca o una lasaña vegetariana-, pero si te sobra un par en una caja de verduras, o encuentras algunas baratas en el mercado, una sencilla preparación las dejará listas para el congelador. Asar las rodajas reducirá el contenido de agua, manteniendo la berenjena más seca mientras se descongela.
13. Hummus
Si sueles comprar esta mezze de garbanzos, es probable que tu frigorífico albergue un montón de tarros abiertos que ya han pasado su ventana de consumo de dos días. Pero no temas, porque el hummus se congela muy bien. Porciónalo en tarrinas herméticas, cúbrelas con un poco de aceite de oliva para protegerlas mejor de la oxidación y envíalas a las profundidades del congelador. Lo mejor es descongelarlo lentamente en el frigorífico y mezclarlo bien antes de disfrutarlo.
12. Crema
Añade una sedosidad esencial a muchos platos, pero la crema (fresca o agria) no se conserva demasiado bien en el refrigerador, donde se deteriora rápidamente y absorbe sabores fuertes de otros alimentos. Para almacenar cómodamente cucharadas que añadir a tus platos, pon crema con un alto contenido graso en una bandeja para hornear forrada con papel pergamino. Una vez sólidas, las porciones pueden guardarse en bolsas para utilizarlas cuando una receta requiera un poco más de cremosidad.
11. Yemas de huevo
Si alguna vez has horneado merengues, preparado una mousse o probado a hacer macarons, entenderás el dilema de qué hacer con las yemas sobrantes. Aunque son estupendas para enriquecer masas, rebozados y salsas, no se conservan bien en el frigorífico. He aquí la solución: decide si la tanda que vas a hacer será dulce o salada y añade una pizca de sal o azúcar a cada yema, luego congélalas en un recipiente hermético, para que tengan una buena textura al descongelarlas.
10. Flor de saúco
De acuerdo, estas flores blancas con volantes no son habituales en la mesa de todos, pero los amantes de la cocina saben que sus efímeras floraciones aportan un increíble sabor a tés, jarabes y postres. Aprovecha tu congelador para coger la cosecha de flor de saúco en su mejor momento, y luego úsala a tu gusto. Busca cabezas de flores limpias y sin bichos (lavar las flores de saúco elimina el sabroso polen amarillo) y presiónalas en bolsas con cierre para guardarlas herméticamente en el congelador. Echa las flores congeladas directamente en jarabe de azúcar caliente para evitar que se marchiten al descongelarlas.
9. Bananos
Los bananos se ennegrecen tan fácilmente que pensarías que el proceso de descongelación arruinaría su textura cremosa. De hecho, los plátanos demasiado maduros se congelan bien con piel, o se pueden pelar y cortar en discos o hacer puré en porciones fáciles de usar. Además del clásico pan de plátano, la fruta congelada también es estupenda para batidos y helados: basta con pelarlos y triturar grandes trozos para obtener una preparación cremosa y sin lácteos.
8. Leche
Vale, si te gusta beber un trago largo de la sustancia blanca, congelarla primero no te proporcionará la mejor experiencia, ya que las grasas y los líquidos emulsionados se dividen a temperaturas bajo cero. Pero dado que la leche es una fuente importante de residuos alimentarios, merece la pena congelar los extremos de los cartones para utilizarlos en bebidas calientes, repostería y otras mezclas en las que no sea perceptible un ligero cambio de textura. Vierte las sobras en cubiteras o botellas de plástico y ciérralas herméticamente, dejando mucho espacio libre, ya que el alto contenido de agua hace que la leche se expanda mucho en el congelador.
7. Queso azul
Una pizca de queso azul es la guarnición perfecta para una ensalada crujiente o el condimento para una rica salsa. La mala noticia es que no se conservará indefinidamente en el frigorífico, así que esta es otra tarea para el congelador. Desmenuza las sobras de la tabla de quesos o las gangas del pasillo de productos rebajados de tu supermercado en migas de tamaño uniforme; estas se conservarán felizmente en una caja hermética hasta nueve meses y se descongelan bien a temperatura ambiente.
6. Nueces
Nos encantan las texturas cremosas y los sabores delicados de los frutos secos, que hacen el trabajo pesado en galletas, cuencos de muesli, barritas de proteínas y panes de frutos secos. Pero ¿descubrir que tu preciada reserva de nueces de Brasil o pacanas se han dañado porque sus preciosos aceites naturales se han vuelto rancios? ¡Nada bueno! Así que mete almendras enteras, pistachos, macadamias y otros frutos secos en tarrinas herméticas para congelarlos. Estarán listos para usar directamente del congelador, y nunca más tendrás que guardar frutos secos en la alacena.
5. Masa para pancakes
Los pancakes recién hechos son una delicia, así que ¿por qué esperar al fin de semana para disfrutarlos? Tanto si te gustan las esponjosas versiones americanas como los crepes franceses, la masa que necesitas se puede hacer con antelación y guardarla lista para cuando la necesites. El secreto es meter pequeñas porciones de masa en bolsas herméticas y congelarlas en plano para hacer láminas que se descongelen rápidamente. Corta una esquina de una bolsa descongelada a temperatura ambiente y tendrás una rápida pila de deliciosos pancakes.
4. Chiles enteros
Los sabores afrutados de los chiles Scotch bonnet o habanero son esenciales para captar el sabor auténtico de muchos platos, y tu fiel congelador puede ayudarte a que un paquete fresco dure meses. Los chiles se congelan muy bien, su capsaicina (el compuesto activo que mantiene el picante) no suele verse afectada por las temperaturas bajo cero. Prueba a congelar el fruto lavado entero, y "corta y vuelve" cuando necesites pequeñas porciones de chile fresco. Guardar medios o cuartos de chile en el congelador hasta que se necesiten es una forma estupenda de prolongar su vida útil.
3. Clara de huevo
La clara gelatinosa de un huevo es un poco rara en el mejor de los casos, así que es lógico que no se congele, ¿verdad? ¡Pues no! Porciona las claras sobrantes en cubiteras y se conservarán estupendamente hasta un año. El truco está en dejar que las claras descongeladas alcancen la temperatura ambiente antes de usarlas. Una vez hecho esto, estarán listas para colarse en cualquier receta que te apetezca, perfectas para hacer bizcochos ligeros, merengues, masas crujientes y tortillas esponjosas.
2. Arroz
A menos que domines el difícil arte de controlar las porciones, puede que te encuentres tirando el arroz sobrante cada vez que lo cocinas. Todos sabemos que el arroz sobrante debe manipularse con cuidado para evitar la acumulación de bacterias peligrosas. Pero aquí está la solución: enfría y congela rápidamente el arroz sobrante y podrás tener siempre a mano este aromático y esponjoso carbohidrato. Para obtener los mejores resultados, extiende el arroz recién cocinado sobre una bandeja de horno para que se enfríe, y luego congélalo en porciones.
1. Papas fritas
El bajísimo contenido de agua de las bolsas selladas de papas fritas crea las condiciones perfectas para la congelación, que puede prolongar la frescura y el crujido de la papa frita o el maíz. Las bolsas para compartir abiertas también pueden conservarse para masticarlas más tarde; solo tienes que asegurarte de exprimir el exceso de aire de la bolsa, cerrarla bien con pinzas y guardarla en algún sitio donde las quebradizas patatas fritas no se reduzcan a migas.
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