¡Qué asco! 29 ingredientes repugnantes que se esconden en tus comidas favoritas
Ingredientes secretos sorprendentes
¿Quieres saber qué estás comiendo realmente? Mira un poco más de cerca y descubrirás que los fabricantes de alimentos y bebidas pueden utilizar algunos métodos bastante extraños para realzar el sabor, conservar la textura o prolongar la vida útil de sus productos. He aquí algunos de los ingredientes más extraños e inesperados que encontrarás al acecho en los alimentos cotidianos. Te advertimos: algunos de ellos pueden hacerte perder el apetito...
Haz clic o desplázate por nuestra galería para descubrir los espeluznantes ingredientes que acechan en el interior de tus alimentos favoritos: cuenta atrás hasta llegar al más desagradable de todos.
Adaptado al español por María J. Arabia, Editora de sindicación en Español para loveFOOD.
29. Cuajo en el queso
Muchos quesos, incluido el parmesano, se elaboran con cuajo, una enzima extraída del revestimiento del estómago de los terneros. Esta enzima natural facilita la digestión y la absorción de la leche, y es totalmente segura. Sin embargo, muchos fabricantes utilizan ahora cuajo vegetal o microbiano (bacteriano) en su lugar, ya que no solo son más baratos, sino que también son aptos para vegetarianos. Los productos etiquetados como sin cuajo también son aptos para vegetarianos.
28. Anchoas en salsa Worcestershire
La salsa Worcestershire es un ingrediente muy apreciado en las cocinas de todo el mundo. Pero, ¿cómo surgió? La historia cuenta que el dúo de químicos Lea y Perrins intentaban recrear una salsa que un noble había probado en la India; sin embargo, cuando su creación resultó ser completamente desagradable, la dejaron en un sótano. Un año y medio después, la pareja descubrió que la salsa había madurado hasta convertirse en un condimento delicioso. Hoy en día, la salsa Worcestershire se sigue elaborando igual que hace casi 200 años: el proceso consiste en envasar anchoas en sal y dejarlas madurar durante 18 meses.
27. Ácido cítrico sobre fruta cortada
Si cortas una manzana, es de esperar que se ponga marrón rápidamente, a menos que la hayas tratado con NatureSeal. NatureSeal, una mezcla de vitaminas y minerales (incluido el ácido cítrico), se desarrolló originalmente para su uso en manzanas y peras cortadas, para evitar la oxidación y el oscurecimiento. Hoy se utiliza en más de 30 variedades de frutas y verduras de 30 países distintos, y también se puede utilizar en casa. El sitio web de la empresa dice que NatureSeal ayuda a "mantener la textura y el color naturales de los productos frescos cortados hasta 21 días".
26. Colorantes artificiales en alimentos procesados
Muchos alimentos procesados contienen una larga lista de colorantes alimentarios fabricados a partir de un subproducto de la industria petrolera, uno de los cuales es el Amarillo nº 5 (también conocido como E102 o tartrazina), un aditivo sintético que solía dar a los macarrones con queso de caja ese color amarillo tan característico. En 2007 se relacionó la tartrazina con la hiperactividad infantil, lo que obligó a la UE a poner una etiqueta de advertencia en los productos que contuvieran este aditivo. Aunque en EE.UU. no existe tal requisito, Kraft eliminó la tartrazina de su receta de macarrones con queso en 2016; sin embargo, muchos alimentos procesados siguen conteniéndola.
25. Agua salada en el pollo
Inyectar a las aves de corral con una solución de agua salada -proceso que a menudo se denomina rellenado- ha sido una práctica habitual de la industria alimentaria durante décadas. Los fabricantes afirman que hace la carne más jugosa y mejora el sabor, pero mucha gente sostiene que su principal objetivo es aumentar los beneficios incrementando el peso total del pollo. Los datos recogidos por Premier Foods Group revelan que en EE.UU. los consumidores gastan hasta 2.000 millones de dólares al año solo en el agua salada que se inyecta en el pollo. Resulta frustrante que ni EE.UU. ni el Reino Unido exijan actualmente que se indique en la etiqueta si las aves de corral han sido rellenadas.
24. Humo líquido en la salsa BBQ
Este sorprendente ingrediente da un sabor y un aroma ahumados a alimentos como las salsas barbacoa, los perritos calientes y la cecina. Se crea capturando la condensación producida cuando el humo de la madera o el serrín ardiendo choca con el aire frío; las gotitas que contienen el intenso aroma ahumado pueden utilizarse como alternativa al ahumado real. En las etiquetas verás normalmente humo líquido etiquetado como saborizante de humo: es lo que da a salsas como la Salsa BBQ Clásica Heinz y la Salsa BBQ Original Sweet Baby Rays su característico sabor profundo.
23. Monóxido de carbono en alimentos envasados
Las bolsas de ensalada o carne envasada pueden contener algo más de lo que esperabas. Para prepararlos para el supermercado, estos productos se someten a un proceso llamado envasado en atmósfera modificada (MAP), en el que se sellan con monóxido de carbono para evitar que se estropeen. El uso de monóxido de carbono en el proceso se considera seguro en EE.UU., Australia y Nueva Zelanda. Sin embargo, está prohibido en Europa por temor a que pueda hacer que la carne podrida parezca fresca.
22. Caramelo y cacao en la carne de Taco Bell
Desde sus tacos más vendidos hasta sus Crunchwraps y chalupas, muchos de los platos del menú de Taco Bell llevan la carne de vacuno sazonada característica de la cadena. En 2014, Yum! Brands, la empresa que está detrás de Taco Bell, reveló que la carne de vaca contiene -entre otros ingredientes como especias y aditivos que aumentan la textura- color caramelo y cacao en polvo. El cacao en polvo no añade sabor, sino que ayuda a que la carne mantenga su color, mientras que el color caramelo es en realidad azúcar caramelizado, un colorante alimentario habitual en alimentos como los cereales y el sirope para tortitas.
21. Bórax en el caviar
Prohibido en EE.UU. y Canadá - pero permitido en la UE y el Reino Unido como aditivo alimentario E285 -, el bórax es un mineral que puede encontrarse en todo, desde productos domésticos para la colada hasta esmaltes. En el mundo de la alimentación, se utiliza para controlar la acidez y ayudar a la conservación, y a menudo se encuentra como agente endurecedor en los platos preparados de fideos y arroz de los supermercados. También se suele añadir al caviar para mantenerlo fresco más tiempo y mejorar su consistencia y sabor.
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20. Chocolate blanco sin sólidos de cacao
Técnicamente, el chocolate blanco ni siquiera es chocolate. El chocolate con leche y el chocolate negro están hechos de sólidos de cacao -granos de cacao extraídos de sus vainas, fermentados, secados, tostados y abiertos -, mientras que el chocolate blanco está hecho de una mezcla de manteca de cacao, productos lácteos, vainilla, azúcar y lecitina, un emulsionante graso. Quizá te preguntes si la presencia de manteca de cacao basta para considerarlo chocolate; sin embargo, el verdadero chocolate debe contener sólidos de cacao o pepitas de cacao.
19. Celulosa en el queso rallado
Lo más probable es que esa bolsa de queso cheddar rallado o parmesano rallado que tienes en la nevera contenga celulosa (pulpa de madera), un subproducto de la industria maderera que se utiliza para evitar que el queso se apelmace. Aunque su consumo es seguro, muchas empresas la utilizan como forma barata de aumentar el volumen de sus productos. Ha habido varios casos muy sonados en EE.UU.: en 2017, la empresa responsable del queso Castle fue multada con 500.000 dólares por vender parmesano rallado que en realidad era una mezcla de queso Cheddar barato y celulosa.
18. Algas en leches sin lácteos
Las algas son un ingrediente popular en muchos platos del continente asiático, pero ¿sabías que un extracto de algas se utiliza también como espesante y estabilizador en muchos alimentos de supermercado? El extracto natural, conocido como carragenina, se suele añadir a los productos lácteos alternativos, como las leches de soja, arroz y almendras. También se utiliza en lugar de la gelatina en algunas gelatinas y helados vegetales.
17. Carbón de hueso en azúcar
Sorprendentemente, el carbón de hueso - un material derivado de los huesos del ganado - se utiliza ampliamente en la producción de algunos azúcares, para refinar y blanquear la caña de azúcar de modo que adquiera el color blanco que estamos acostumbrados a consumir. Según PETA, el uso de carbón de huesos está estrictamente regulado en la UE y EE.UU.; solo los países libres de EEB (también conocida como enfermedad de las vacas locas) pueden vender huesos para utilizarlos en la producción de azúcar. Afortunadamente, aunque el carbón de huesos entra en contacto con el azúcar durante su fabricación, no acaba en el producto final.
16. Enzima de piña en salchichas
La bromelina, la misma enzima que hace que te hormiguee la lengua al comer piña, también se utiliza en la industria cárnica para ablandar la carne de las salchichas, entre otros productos. Funciona descomponiendo el colágeno de la carne para hacerla más apetecible. La bromelina se encuentra sobre todo en la piña, pero también se pueden extraer enzimas de características similares de la papaya y el higo.
15. Plaguicida para camarones y caparazones de cangrejo en los bananos
Quizá te sorprenda saber que los bananos pueden no estar totalmente libres de productos animales. Algunos bananos no ecológicos se rocían con quitosano, un pesticida fabricado a partir de los caparazones de gambas, langostas y cangrejos. Esta sustancia se utiliza para combatir las bacterias y evitar que la fruta madure demasiado pronto, prolongando así su vida útil en el supermercado.
14. Antibióticos en la carne
Los antibióticos se administran habitualmente al ganado para protegerlo contra las enfermedades, pero el uso de antibióticos para promover el crecimiento de los animales se ha prohibido tanto en la UE como en EE.UU.. Sin embargo, sigue habiendo una gran preocupación por la estrecha relación entre el uso excesivo de antibióticos en los animales y la resistencia a los antimicrobianos. Los datos recogidos en 2018 revelaron que los animales de granja de EE.UU. reciben cinco veces más medicación antibiótica que el ganado del Reino Unido, y también demostraron que aproximadamente tres cuartas partes del suministro mundial de antibióticos se utiliza en animales y no en personas, lo que aumenta la preocupación por los posibles efectos de la resistencia a los antibióticos.
13. Cochinillas en los dulces rojos
El carmín es un colorante alimentario rojo que se fabrica hirviendo las cáscaras de los insectos cochinilla (un tipo de escarabajo), y se utiliza habitualmente en alimentos como caramelos, piruletas y salsas para postres. Aunque es inofensivo para la mayoría, puede provocar reacciones alérgicas graves, por lo que la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) exige que el carmín se etiquete claramente en los productos. Si ves carmín, extracto de cochinilla o E120 en la etiqueta, estás comiendo bicho en polvo. ¿No te gusta? Las alternativas sintéticas Rojo n.º 2 y Rojo n.º 40 se fabrican a partir de productos derivados del petróleo, por lo que tampoco son especialmente apetecibles.
12. Calabaza en lata
Muchos de nosotros disfrutamos horneando calabaza en otoño, pero ¿sabías que si utilizas calabaza enlatada, puede que no estés horneando con calabaza? Una de las marcas más populares de EE.UU., Libby's Pure Pumpkin, se compone en realidad de ahuyama Dickinson. Pero ¿por qué pueden venderla como "100% calabaza pura"? Pues porque la FDA lo permite; su política dice que los productos elaborados con "calabaza dulce de pulpa dorada o mezclas de dicha calabaza y calabaza de campo" pueden venderse como auténtica calabaza.
11. Aceite de trufa sin trufa
Es más sorprendente lo que no hay en el aceite de trufa que lo que hay. No es ningún secreto que las trufas frescas son bastante difíciles de conseguir y recolectar, lo que las hace increíblemente caras, por lo que no debería sorprendernos que la mayoría de los aceites de trufa nunca hayan estado cerca de una trufa auténtica. Si has probado trufas frescas afeitadas y alimentos que contienen aceite de trufa real, sabrás que el sabor difiere considerablemente. Esto se debe a que la mayoría de los aceites se infunden con ingredientes sintéticos, concretamente 2,4-ditiapentano: una molécula aromática que da olor a las trufas.
10. Gusanos en las setas
Claro que los gusanos no son un "ingrediente" como tal, pero sin embargo, te sorprendería saber que puede haber larvas de mosca al acecho en tus setas. Según las normas de la FDA en EE.UU., las setas en conserva pueden contener un máximo de 19 gusanos, de los cuales menos de cinco pueden medir más de 0,1 pulgadas (2 mm). Y no solo las setas pueden contener estos inquietantes polizones; la FDA permite cierto porcentaje de "contaminantes naturales" (traducción: bichos, moho, huevos de mosca y pelo y excrementos de roedores) en muchos alimentos envasados.
9. Shellac in las gomitas
La goma tipo shellac es una resina natural que suele utilizarse para dar brillo a alimentos como las gomitas, pero también se encuentra en esmaltes de uñas, acabados de madera y cera para muebles. Consiste de una sustancia pegajosa excretada por la hembra del insecto de la laca, originario de los bosques de la India y Tailandia, puede utilizarse incluso para dar brillo a los cítricos y las manzanas. Aprobada para su uso en alimentos en la mayoría de los países, suele etiquetarse como aditivo E904.
8. Manteca de cerdo en los frijoles refritos
Es posible que los vegetarianos y veganos quieran comprobar cuidadosamente la etiqueta de las latas de frijoles refritos. Muchas marcas, establecimientos de comida rápida y restaurantes utilizan manteca -grasa de cerdo fundida- para añadir un sabor especialmente sabroso y rico a sus productos. Sin embargo, no todos los frijoles refritos son iguales; aunque marcas populares como Old El Paso incluyen la manteca en sus ingredientes, también hay versiones vegetarianas y veganas de este alimento básico enlatado.
7. Anticongelante en la mezcla para pasteles
¿Has visto un ingrediente llamado propilenglicol en la parte posterior de tu mezcla para pasteles? Este compuesto sintético se utiliza en todo, desde los anticongelantes hasta los cigarrillos electrónicos, y, lo que es poco apetitoso, también puede encontrarse en algunas mezclas para pasteles y refrescos en Estados Unidos. La cantidad autorizada de propilenglicol en los alimentos difiere entre EE.UU. y la mayor parte de Europa, donde se han establecido normas para limitar la ingesta de este controvertido producto.
6. Cloro en ensaladas preenvasadas
Desde la salmonela hasta el norovirus, las hojas de ensalada pueden adquirir fácilmente una serie de bacterias de la tierra en la que crecen. Por eso, antes de empaquetarlas en bolsas y etiquetarlas como prelavadas o listas para comer, suelen limpiarse en una solución inocua con bajo contenido en cloro para matar los bichos y eliminar cualquier bacteria. Aunque la idea de lavar la ensalada con cloro no parezca agradable, significa que las hojas son seguras para el consumo.
5. Secreción ovina en la goma de mascar
Aunque hoy en día la mayoría de los chicles se fabrican con materiales sintéticos, algunas variedades contienen lanolina, una sustancia aceitosa de la lana de oveja que la protege de la humedad. No es nociva para el ser humano y también se encuentra en una serie de productos de belleza y cosméticos, así como en suplementos de vitamina D. La lanolina (y otros ingredientes) suele denominarse "base de goma" en las listas de ingredientes, por lo que puede ser difícil saber si ha llegado a tu chicle.
4. Limpiador químico de inodoros en tus papas fritas
El bisulfito sódico es un aditivo químico que suele encontrarse en las papas fritas: libera gas de dióxido de azufre, que impide el crecimiento bacteriano, aumenta la vida útil y ayuda a evitar la decoloración. Sin embargo, quizá te sorprenda saber que también se suele utilizar en productos de limpieza de inodoros y lavavajillas. También llamado hidrogenosulfito sódico o E222 en las etiquetas de los alimentos, su uso en alimentos está autorizado tanto en EE.UU. como en la UE.
3. Cabello humano en productos horneados
Lo más probable es que actualmente tengas en tu cocina una barra de pan, un paquete de galletas o una tarta comprados en la tienda. La L-cisteína, llamada E920 en la etiqueta, es un aminoácido que se utiliza no solo para fortalecer la masa, sino también para mejorar la vida útil de esos productos. Lo que puede sorprenderte es que este aditivo procede de plumas de pato y pollo, cuernos de vaca, cerdas de cerdo e incluso pelo humano, que se disuelve en ácido para aislar el compuesto de L-cisteína. Aunque hoy en día la mayor parte de la L-cisteína se produce sintéticamente, la mayoría de las etiquetas no revelan de dónde procede el aditivo.
2. Virus en platos precocinados
No todos los virus son malos; de hecho, algunos son utilizados por los productores de alimentos para matar bacterias y protegernos de enfermedades. Los bacteriófagos son virus diminutos que se rocían en los platos precocinados, la carne de charcutería envuelta en plástico y otros productos para destruir la listeria, la E. Coli y otros gérmenes. Aprobado por la FDA para su uso en EE.UU. en 2006, el cóctel de seis virus no afecta a los humanos y está marcado como "preparado de bacteriófagos" en las etiquetas de los alimentos. Aunque actualmente no está aprobado por la UE, algunos países europeos permiten su uso con arreglo a normas nacionales.
1. Secreción de castor en helado
El castóreo, una sustancia segregada por el trasero de los castores, sirve a los roedores para marcar su territorio, pero también puede utilizarse para realzar los aromas de vainilla, fresa y frambuesa. En EE.UU., la FDA regula estrictamente los aromas y extractos de vainilla y, en general, el uso del castóreo ha disminuido por lo caro que resulta. Sin embargo, es difícil detectarlo en las listas de ingredientes; en EE.UU., el castóreo se considera generalmente seguro, así que aunque las empresas lo utilicen, solo lo verás etiquetado como "aromatizante natural".
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