Cuando se trata de comida reconfortante, no hay nada mejor que un postre de la infancia: cada cucharada nos trae recuerdos felices y nostalgia por los años pasados. Muchos postres tradicionales han dejado de hacerse en los últimos años, y creemos que es hora de que estos favoritos olvidados vuelvan a nuestras cocinas. Aquí repasamos algunos de los postres perdidos y legendarios que nos encantaría volver a ver en la mesa, haciendo un recuento de los más sabrosos.
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Hemos basado nuestra clasificación en la popularidad duradera de cada postre en su lugar de origen, y más allá, y en las opiniones de nuestro equipo, muy viajero (y muy buen comensal). La lista es inevitablemente subjetiva.
Adaptado al español por Ana Niño, Redactora en español para loveFOOD.
Tradicionalmente consumido en el desayuno acompañado de café, este postre relleno de melaza forma parte de la familia de los llamados “pasteles de la desesperación”, nombre que hace referencia a su receta sencilla, basada en pocos ingredientes que estaban al alcance de los panaderos de antaño.
Este pastel se elaboraba principalmente en las comunidades neerlandesas de Pensilvania, con versiones que ya aparecen en libros de cocina publicados a principios del siglo XX. Más tarde, la receta se difundió en libros de cocina comunitarios y en las iglesias de todo EE.UU.
Tras su invención en 1886 por el farmacéutico John Pemberton, la Coca-Cola se convirtió poco a poco en un producto básico en cualquier despensa. Betty Crocker recomendaba cocinar con refrescos como atajo práctico, ya que el gas carbónico ayudaba a crear texturas ligeras y esponjosas. Así que, en los años 50, la gente empezó a utilizarlos en bizcochos.
El de Coca-Cola fue probablemente creado en el sur de EE.UU., y solía llevar un glaseado de queso crema picante para contrarrestar el sabor dulce a melaza del sirope de cola. Su popularidad se extendió rápidamente y alcanzó su punto álgido cuando se incluyó en la carta de la icónica cadena de restaurantes Cracker Barrel en los 90.
Era raro no encontrar una ensalada de frutas ambrosía en una velada del sur de EE.UU. a principios del siglo XX, cuando los cítricos se consideraban un lujo. A veces, este plato rápido y delicioso consistía en una simple ración de rodajas de piña y naranja bañadas en nata montada, mientras que las versiones más elaboradas incluían desde malvaviscos hasta cerezas marrasquino. Los plátanos, las fresas, las uvas y la macedonia de frutas en conserva también son ingredientes clásicos.
Similar al arroz con leche y consumida en Europa desde la época romana, la sémola es una especie de gachas que se hornea o cuece con leche o agua y se sirve con azúcar, sirope, canela, cacao en polvo o fruta. En el libro de recetas del siglo IV de Apicio se recomienda usar farina (una forma de trigo molido), además de almendras y pasas. Hoy en día, existe una versión instantánea en polvo, a la que normalmente se añade vainilla, nata y especias.
El blancmange, de textura gelatinosa, se presenta a menudo en moldes originales y en muchas formas diferentes. Tras haber tenido altibajos en su popularidad, este postre cremoso y denso, hecho a base de gelatina, fue popularizado por la marca británica Pearce Duff, que ofrecía sabores como fresa, frambuesa, chocolate y vainilla. ¿Quieres prepararlo en casa? Dale un toque moderno añadiendo frambuesas frescas, nata doble, almendras molidas y pétalos de rosa.
Mezcla galletas Oreo trituradas con mantequilla derretida para hacer la base y rellénala con una mezcla de malvaviscos, nata, crema de menta, crema de cacao y nata montada, y obtendrás un postre clásico estadounidense: la tarta Grasshopper.
Esta mousse de menta sin horno, muy popular en la primavera y las celebraciones de Pascua en el sur de EE.UU. durante los años 50 y 60, se inspiró en el cóctel Grasshopper, que combina chocolate y menta. Solo tienes que meter la mezcla en la nevera hasta que se enfríe, cortar en porciones y servir. ¡Hora feliz al instante!
Esta receta apareció en el libro de cocina Joys of Jell-O en la década de 1960. Se trata de un postre espectacular para después de la cena, también conocido como “tarta de cristal roto”.
Se elabora con gelatina de naranja, cereza y lima, que se corta en cubos y se mezcla con una espesa crema de limón hecha con gelatina de limón y Dream Whip —una marca estadounidense de nata montada instantánea—. Si no te gusta la gelatina, puedes sustituirla por un semifrío y conseguirás un efecto estético similar.
Apodada “huevos de rana” por algunos británicos —y “pudín apresurado” por la escritora de cocina del siglo XIX Isabella Beeton—, esta curiosidad perlada proviene de la planta de yuca originaria de Brasil, llamada tipi’óka en la lengua tupí hablada en el siglo XVIII. Elaborada en muchas culturas con diferentes estilos —con leche, nata o leche de coco—, la tapioca fue muy popular en EE.UU. a principios del siglo XX. A día de hoy, todavía se venden latas de tapioca, y con la moda del té de burbujas o boba, podría estar a punto de regresar con fuerza.
El nombre de este dulce alemán se traduce al español como "perro frío", lo que no suena precisamente apetecible, pero no te dejes engañar. No tiene nada que ver con los caninos, ni siquiera con las salchichas bratwurst que se han dejado enfriar. De hecho, se trata de un delicioso pastel de capas elaborado con galletas de mantequilla, grasa de coco y chocolate, y se puede preparar sin necesidad de cocinar. Si el nombre sigue disuadiéndote, puedes probar con otros nombres: también se conoce como "porción de erizo" y "pastel de galletas frías".
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El pouding chômeur ("pudín del pobre" o "pudín del desempleado"), una creación canadiense que en su día fue habitual en las cocinas de Quebec, es un postre sencillo y rico que se creó durante los primeros años de la Gran Depresión. Se vierte un sirope caliente de caramelo, elaborado con azúcar moreno, azúcar blanco o sirope de arce, o una combinación de estos, sobre una masa básica para bizcocho antes de hornearla.
El líquido se deposita en el fondo del molde a medida que el bizcocho sube, creando una capa distintiva en el fondo del plato. En los tiempos más difíciles, se utilizaba pan duro en lugar de masa para bizcocho.
Este antiguo postre inglés se elabora mezclando puré de fruta cocida con natillas. Tradicionalmente, se preparaba con grosellas, aunque también eran comunes las manzanas, fresas, ruibarbo y frambuesas. Las recetas más modernas prefieren utilizar nata montada en lugar de natillas. La receta más antigua data de mediados del siglo XVII, cuando se creía que las frutas debían hervirse y triturarse para hacerlas seguras para el consumo antes de mezclarlas con la nata.
Este postre tradicional británico también es conocido como “brazo del muerto” o “pudín de manga de camisa”, debido a que originalmente se cocía al vapor dentro de la manga de una camisa vieja o una media. No dejes que eso te eche atrás. Aunque se parece al tradicional brazo de gitano, se trata de un dulce pesado, muy popular en los colegios británicos, que se remonta a la Edad Media. Se elabora con masa de sebo y mermelada de frutas que se enrolla, se cuece al vapor, se corta en rodajas y se sirve acompañado de natillas calientes.
Esta pequeña delicia, que toma su nombre de la estrella de ópera australiana Dame Nellie Melba, es un postre sencillo y atemporal compuesto por melocotones escalfados bañados en salsa de frambuesa y servido con helado de vainilla. Creado por Auguste Escoffier en el hotel The Savoy de Londres a finales del siglo XIX, este clásico ha ido desapareciendo poco a poco de las cartas de postres, aunque sería un error dejarlo de lado.
Según Food Network, un canal estadounidense especializado en gastronomía, este plato infantil favorito de los británicos, producido en el Reino Unido, es una mezcla en polvo que se presenta en variedades de fresa, caramelo, chocolate y plátano, y que se convierte en mousse al batirlo con leche. Creado por la empresa Bird's, Angel Delight se lanzó al mercado en 1967 con sabor a fresa y nata, y alcanzó su apogeo en los años 70. Los populares personajes de plastilina Wallace y Gromit contribuyeron a revivir temporalmente este postre en 1999, cuando aparecieron en una campaña publicitaria.
¿Quién no querría ver el regreso de la deliciosa Charlotte Russe? Este postre, ideal para cualquier celebración, apareció por primera vez en la Francia del siglo XVIII. Originalmente se hacía con pan duro, aunque más tarde se popularizó forrar el molde con bizcocho o bizcochos de soletilla.
A principios del siglo XX, vivió una segunda ola de popularidad gracias a las panaderías judías de Nueva York, que apostaron por una versión simplificada: un fino cuadrado de bizcocho de vainilla, un remolino de nata montada y una cereza marrasquino, servido en un vaso de cartón.
Un poco parecido a un pie, pero sin la base crujiente, el cobbler de melocotón, uno de los postres favoritos de los estadounidenses, es un postre reconfortante elaborado con capas de melocotones cubiertas con una masa de bizcocho, galleta o pastel. Sus orígenes se remontan a los primeros días de América, cuando los colonos europeos llevaron recetas de postres afrutados al nuevo continente. Al carecer de los utensilios y los ingredientes necesarios para elaborar bizcochos tradicionales, estos pioneros improvisaron cocinando fruta en una olla y cubriéndola con una capa de masa de galleta. Hoy en día sigue siendo un postre muy apreciado, que se sirve caliente, meloso y dorado, acompañado de una bola de helado.
El strawberry shortcake, un postre típicamente estadounidense, es una combinación perfecta de bizcocho, nata montada y fresas, y sabe tan bien como se ve. Este dulce tradicional se servía en los estados del sur de EE.UU. en las fiestas de las fresas, que se celebraban para celebrar la cosecha de esta fruta de verano. La ciudad de Lebanon, en Oregón, sigue celebrando cada año el Festival de la Fresa, durante el cual se transporta en una carroza la "tarta de fresas más grande del mundo", que pesa alrededor de 2600 kilogramos.
Primero fue un escándalo político y, luego, un pastel. El pastel Watergate, que comparte nombre con el famoso caso que sacudió EE.UU. y el mundo en los años 70, suele llevar pistachos, nueces pecanas, coco, malvaviscos, piña triturada, nata montada y colorante verde. Su nombre proviene de la época en que el escándalo dominaba las noticias, y el glaseado que cubre el pastel hace referencia a la polémica que rodeó al presidente Nixon. Se dice que en 1975 tanta gente horneaba este pastel que Washington D. C. sufrió una escasez de pistachos.
Este postre nace en la Nueva Orleans de los años 50, cuando la ciudad era un importante centro en el negocio de importación de plátanos. Ante el reto de crear un plato con esta fruta, el chef del emblemático restaurante Brennan’s flambeó plátanos con azúcar moreno, mantequilla, canela, ron oscuro y licor de plátano, acompañando la creación con helado.
El resultado fue un éxito inmediato y, aunque todavía se sirve en Brennan’s, creemos que merece ser disfrutado en todo el mundo.
Conocida como la “tarta olvidada de las praderas”, esta tarta con relleno de crema pastelera, base de galletas dulces y cobertura de merengue es poco habitual hoy en día, pero fue un clásico en la cultura de las praderas canadienses durante los años 20.
Evolucionada a partir de una tarta de crema y galletas dulces del siglo XIX, sobrevivió a la Gran Depresión gracias a sus ingredientes sencillos. Algunas versiones incluyen un toque de whisky, vainilla, ralladura de limón o hojas de melocotonero en el relleno.
En los años 70, en Norteamérica, el cóctel Harvey Wallbanger irrumpió en la escena para impulsar las ventas de Galliano, un licor italiano de hierbas y vainilla. Se dice que el nombre proviene de un surfista de Los Ángeles que atravesaba una mala racha en las competiciones. Ahogaba sus penas y, tras unas copas de más, empezaba a golpear las paredes del bar. Esta bebida fuerte inspiró una versión de postre con sabor a cítricos.
Este postre, que evoca recuerdos de las fiestas de cumpleaños infantiles como ninguna otra creación culinaria, fue un auténtico clásico en los años 80 y 90. Una deliciosa y sencilla gelatina de fresa, que se derrite suavemente bajo una cucharada de helado de vainilla: ¡una delicia! Tanto si has probado esta combinación como si no, creemos que te transportará a una época más sencilla y despreocupada.
El nombre de este postre lo dice todo: es un bizcocho húmedo cubierto de salsa de toffee caliente y pegajosa. Puede que se inventara en Yorkshire, Inglaterra, a principios del siglo XX, o en Aberdeenshire, Escocia, en la década de 1960. Pero una cosa es segura: se popularizó en los 70 en el Sharrow Bay Country House Hotel, en el condado inglés de Cumbria y, desde entonces, se ha convertido en un símbolo del Parque Nacional del Distrito de los Lagos.
En Australia y Nueva Zelanda se conoce con el nombre de "sticky date pudding" (pudín de dátiles pegajoso). Sea cual sea su nombre, lo mejor es servirlo con una bola de helado de vainilla o un generoso chorrito de natillas.
Para crear este postre extravagante, se cocinan cerezas enteras en licor, se flambean y se sirven con helado de vainilla. Se atribuye su creación al legendario chef francés Auguste Escoffier, conocido como “el rey de los chefs y el chef de los reyes”, para celebrar el jubileo de la reina Victoria en 1887.
Aunque nació en Europa, fue en EE.UU. donde alcanzó gran popularidad, convirtiéndose en uno de los postres preferidos en restaurantes durante los años 50 y 60. Incluso existe un día nacional en EE.UU., el Cherries Jubilee Day, que se celebra cada septiembre, aunque el postre ha ido cayendo en el olvido.
Este postre es absolutamente delicioso, y no aceptamos opiniones contrarias. Su popularidad creció tras la llegada de la piña enlatada a nuestras cocinas, y fue entonces cuando revistas y libros de cocina empezaron a reconocer su potencial culinario a principios del siglo XX.
Aunque la idea de un pastel invertido con fruta no era nueva —según historiadores gastronómicos, ya existía desde finales del siglo XIX—, esta versión, con sus estéticos aros dorados de piña y cerezas confitadas brillantes, causó sensación en los años 60.
Tan dulce que casi te hace rechinar los dientes, la tarta banoffee alcanzó su auge en América durante los años 90. Pero, según la historia, este postre es en realidad británico, creado en el restaurante The Hungry Monk (ahora cerrado) en East Sussex, Inglaterra, en los 70. La base de galleta mantecosa es la clave de este delicioso postre pegajoso y meloso, que combina rodajas de plátano, salsa de caramelo y nata montada, coronado con virutas de chocolate.
Este elegante plato francés es perfecto para aquellos que aman un final emocionante para la cena (aunque se recomienda precaución al prepararlo en casa). Tradicionalmente preparado en la mesa, este postre teatral suele flamearse con licores y una salsa azucarada de naranja y mantequilla. Puede que surgiera por un error del camarero del Café de París Henri Charpentier en 1895, mientras preparaba un postre para el rey Eduardo VII.
Otros afirman que el plato hace referencia a la actriz francesa Suzanne Reichenberg, que interpretaba el papel de una criada en 1897 y servía crepes flambeadas en el escenario para llamar la atención del público.
Esta ingeniosa creación también se conoce como “bomba Alaska”, “tortilla sorpresa”, “tortilla noruega/siberiana” y, en Hong Kong, “llama sobre el iceberg”. Para prepararla, se forra un molde para tartas con rodajas de bizcocho, se rellena con helado y se cubre con merengue dorado. Se mete en el congelador y, más tarde, en un horno caliente durante el tiempo necesario para que el merengue se endurezca, pero sin que se derrita el helado.
Algunos dicen que el nombre se originó en 1876 en un restaurante de la ciudad de Nueva York, para conmemorar la incorporación de Alaska como estad. Sin embargo, otros afirman que la receta original del restaurante se llamaba Alaska Florida para resaltar la naturaleza fría y caliente del plato.
Nacido en los vibrantes años 60, el pastel túnel de chocolate es un bizcocho rico, con sabor a nueces y relleno de chocolate, con forma de dona. Su nombre proviene del túnel de chocolate que lo atraviesa, y fue el responsable de popularizar los pasteles bundt.
En 1966, obtuvo el segundo premio en el tradicional concurso de cocina estadounidense Pillsbury Bake-Off Contest, solo superado por el panecillo Golden Gate. Rápidamente, se convirtió en la receta más solicitada de la marca Pillsbury.
Quien haya pasado tiempo en una fuente de soda estadounidense durante los años 50 sabe que resistirse al banana split era casi imposible. Sorprende que hoy haya bajado en popularidad, considerando lo divertido y sencillo que es de preparar.
Solo tienes que cortar un plátano por la mitad a lo largo, rellenarlo con helado y salsa —manteniendo la tradición con chocolate, fresa o piña—, y cubrirlo con nata montada, nueces picadas y una cereza.
Es un misterio por qué esta majestuosa creación alemana, conocida en alemán como la Schwarzwälder Kirschtorte, ha caído en desgracia desde los años 70. Con la categoría de gâteau, que la eleva por encima de cualquier pastel tradicional, este delicioso bizcocho de chocolate relleno de cerezas y nata montada tiene un aspecto deslumbrante, un sabor delicioso y se merece un lugar en las cartas de postres actuales, así como nuestro primer puesto. ¡Es un auténtico postre retro de la realeza!
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Última actualización por Jessica Morris.