Las alitas de pollo son el ejemplo perfecto de cómo un plato sencillo puede convertirse en algo espectacular. Económicas, sabrosas y muy versátiles, se pueden freír, hornear, asar a la parrilla o incluso ahumar, ya sea en pequeñas raciones o en grandes cantidades para compartir.
Tanto si te van las salsas picantes como si prefieres sabores más dulces, aquí encontrarás recetas que merece la pena probar. Incluso incluimos algunas opciones vegetarianas que sorprenderán.
Sigue leyendo para que puedas olvidarte del cuchillo y el tenedor y prepárate para chuparte los dedos…
Adaptado al español por Ana Niño, Redactora en español para loveFOOD.
Inventadas en Buffalo, Nueva York, hacia 1964, las alitas Buffalo son, probablemente, la versión más famosa de este plato tan adictivo. Muy fáciles de preparar, la receta tradicional combina alitas crujientes bañadas en una salsa picante, untuosa y con mantequilla, acompañadas de una cremosa salsa de queso azul y bastones de apio bien frescos.
Solo tienes que preparar las alitas con el adobo que más te guste y cocinarlas como prefieras. Después, mézclalas con una salsa hecha a partes iguales de mantequilla y salsa picante. Ajusta la sazón y, si te apetece, añade un toque de miel para equilibrar el sabor.
Un poco picantes y muy pegajosas, estas alitas se hornean hasta que quedan bien crujientes y luego se bañan en una deliciosa salsa de tamarindo con un toque picante.
Para prepararla, pon en un cazo pequeño 5 cucharadas de azúcar moreno, 1 cucharadita de guindilla en polvo de Cachemira y 200 ml de agua. Cocina a fuego lento durante 2 o 3 minutos, añade 6 cucharadas de pasta de tamarindo y 2 cucharadas de aceite vegetal. Continúa removiendo a fuego suave durante otros 3 minutos, hasta que la salsa espese. Retira del fuego y deja que se enfríe un poco.
Sírvelas con guindilla ojo de pájaro por encima, más salsa aparte y un montón de roti caliente al lado. El resultado: una cena de pollo para repetir una y otra vez.
Si buscas una receta moderna con sabores coreanos, no te pierdas esta versión con gochujang, lima y hierbas frescas. Al freírlas primero y terminarlas al horno, las alitas quedan con una piel crujiente irresistible, mientras que la salsa de mantequilla con gochujang y un punto de picante les da un sabor potente y delicioso.
Fríe las alitas de pollo en aceite vegetal a 160 °C durante 6-8 minutos, hasta que estén doradas y bien hechas. Escúrrelas sobre papel de cocina y precalienta el horno a 200 °C. Mientras tanto, mezcla en un bol 150 g de mantequilla ablandada con 4 cucharadas de pasta de gochujang (una pasta fermentada coreana picante), la ralladura y el zumo de 2 limas, y un poco de menta y cilantro picados (unas 3 ramitas de cada uno). Coloca las alitas en una bandeja de horno, rocíalas con la mezcla de mantequilla especiada y ásalas durante 10 minutos, hasta que estén bien calientes y empiecen a burbujear.
Sírvelas con panes planos calientes para una comida sencilla pero cargada de sabor.
Si ya has descubierto lo prácticas que son las freidoras de aire, te encantará saber que las alitas de pollo quedan especialmente bien en este tipo de aparatos. Para conseguir una piel bien crujiente, cúbrelas con 1 o 2 cucharadas de bicarbonato sódico antes de cocinarlas. Rocía la cesta con un poco de aceite, calienta a 200 °C y cocina las alitas bien sazonadas durante 10-15 minutos, dándoles la vuelta a mitad de cocción.
Después, úntalas con tu salsa casera o favorita de bote y cocínalas 5 minutos más hasta que queden bien glaseadas.
El caramelo de miso es esa mezcla dulce y salada que no sabías que necesitabas. Puedes hornear o hacer las alitas en la freidora de aire, sazonadas a tu gusto.
Mientras se cocinan, prepara un caramelo sencillo derritiendo media taza de azúcar extrafino con 2 cucharadas de agua en una sartén pequeña a fuego medio. Cuando el azúcar se derrita y tome un tono ámbar, retira del fuego y añade poco a poco 2 cucharadas de miso blanco, una nuez de mantequilla y el zumo de media lima.
Rocía las alitas con la salsa y sirve el resto aparte para mojar.
La acidez de la naranja y las notas de roble del bourbon se combinan en este glaseado con un toque cítrico y un fondo dulce a caramelo, inspirado en un cóctel clásico de whisky.
Calienta en una sartén 200 g de mermelada de naranja, un chorrito de bourbon, 1 cucharadita de mostaza de Dijon, 1 cucharadita de sirope de arce y 1 cucharadita de jengibre molido. Una vez bien caliente y mezclado, vierte la salsa sobre un buen montón de alitas recién hechas. ¡Y a disfrutar!
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Esta receta sencilla se prepara en solo 5 minutos, pero está cargada del sabor profundo y especiado típico del sur de EE.UU. Aquí, las alitas se sazonan en seco con condimento criollo (o bien una mezcla de 3 cucharaditas de pimentón, 2 de pimienta negra molida, ½ cucharadita colmada de cayena en polvo, y ½ cucharadita de tomillo y orégano secos). Después se hornean y se untan con una mezcla irresistible: 6 cucharadas de kétchup, 2 de miel, 1 de vinagre de sidra y 1 de salsa Worcestershire.
Para mantener el espíritu tradicional, sírvelas con salsa casera de queso azul y bastones de apio. Y si lo acompañas con una cerveza bien fría, mejor que mejor.
Con su sabor salado a base de salsa de soja, un toque de vinagre y el dulzor justo, la salsa teriyaki es una de las favoritas entre los amantes de las alitas, y no es para menos. Puedes usarla como adobo para marinar antes de cocinarlas, o como glaseado una vez estén hechas en el horno o en la freidora de aire.
Justo antes de servir, espolvorea semillas de sésamo tostado para darles un punto crujiente y aromático irresistible.
Coliflor como nunca la has probado. Esta versión vegetariana de las clásicas alitas de pollo deshuesadas convierte los ramilletes de coliflor en pequeños bocados dorados y crujientes, perfectos para mojar en una irresistible salsa agridulce.
Para prepararlos, mezcla 120 g de harina normal, 1 cucharada de maicena, 120 ml de bebida vegetal, 1 cucharadita de ajo en polvo y una pizca de sal y pimienta hasta obtener una masa suave. Sumerge 1 coliflor grande (cortada en floretes) en la mezcla, rebózala con 80 g de pan rallado y colócala sobre una bandeja forrada con papel de horno. Hornea a 240 °C durante 20 minutos, hasta que esté bien crujiente.
Para la salsa, saltea 2 dientes de ajo picados con 1 cucharada de jengibre rallado. Añade 3 cucharadas de salsa de soja, 2 de sirope de arce, 1 de vinagre de vino blanco, 1 cucharadita de guindillas secas y 1 de puré de tomate con 3-4 cucharadas de agua. Disuelve 1 cucharadita de maicena en 1 cucharada de agua, incorpórala y remueve hasta que la salsa espese.
Cubre los bocaditos de coliflor con la salsa, espolvorea 2 cucharadas de semillas de sésamo y prepárate para disfrutar de un bocado sorprendentemente delicioso.
Esta receta es ideal para quienes prefieren unas alitas con sabor agridulce en lugar de picante. Para preparar la salsa de miel y mostaza, mezcla una buena cantidad de miel líquida con 3 cucharadas de mostaza, 1 cucharada de salsa de soja y un chorrito de aceite de oliva. Ajusta la sazón al gusto y cubre las alitas recién hechas mientras aún están calientes.
Sírvelas con unos gajos de limón, y recuerda: el tipo de mostaza que elijas marcará el nivel de picante de la salsa.
Este glaseado lo tiene todo: el toque ácido del zumo de lima, el dulzor de la naranja, la miel que aporta esa textura pegajosa tan apetecible, y el punto picante de los jalapeños. La clave para conseguir unas alitas llenas de sabor es rociarlas varias veces durante el horneado y servirlas bien calientes, recién salidas del horno.
Para la salsa, ralla la piel y exprime el zumo de 1½ naranjas, y corta la mitad restante en rodajas finas. Mezcla 1 o 2 jalapeños picados, 3 dientes de ajo, 2 cucharaditas de miel, 2 cucharadas de aceite vegetal, el zumo de 1 lima y la ralladura y el zumo de la naranja. Unta el pollo sazonado con esta mezcla, añade las rodajas de naranja a la bandeja y hornea durante 40-45 minutos, rociando de vez en cuando hasta que esté glaseado y bien hecho.
Sírvelo muy caliente, con todo ese jugo dorado por encima.
Los sabores agridulces son un clásico que nunca falla con el pollo, y combinar chutney de mango con ralladura de lima es una forma rápida y sabrosa de darles un toque exótico y ligeramente picante a tus alitas.
Hornea o cocina en freidora de aire las alitas sazonadas como más te guste. Mientras tanto, mezcla el chutney de mango con la ralladura de lima.
Cuando queden unos 10 minutos para que terminen de hacerse, úntalas con la mezcla y vuelve a meterlas en el horno o la freidora hasta que estén bien glaseadas.
Estas alitas tienen un punto sofisticado gracias a una mantequilla al ajo con un toque cítrico. Hornea o cocina en freidora de aire las alitas sazonadas hasta que estén bien hechas y crujientes.
Mientras tanto, derrite una buena nuez de mantequilla en un caso pequeño. Cuando empiece a dorarse y burbujear, retira del fuego y añade el zumo y la ralladura de un limón, 1 cucharadita de ajo en polvo y 1 diente de ajo machacado. Salpimienta generosamente.
Cuando las alitas estén listas, mézclalas bien con la salsa de mantequilla y termina con una lluvia generosa de queso parmesano rallado por encima.
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