Cocinar no tiene por qué ser complicado. Con unos pocos cambios sencillos, puedes ahorrar mucho tiempo, dinero y molestias. Aquí te revelamos los trucos culinarios más útiles de todos los tiempos, Aquí te revelamos algunos de los trucos más útiles que existen, desde cómo escalfar un huevo con éxito hasta cómo evitar que la miel se pegue a las cucharas. Estos consejos pueden cambiar para siempre tu forma de cocinar…
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Adaptado al español por Ana Niño, Redactora en español para loveFOOD.
Si estás empezando en la repostería —o necesitas un postre fácil a última hora—, una mezcla para bizcocho es una apuesta segura. Pero, aunque suelen dar buen resultado, puedes mejorarlas fácilmente. Añade un huevo extra para que el bizcocho quede más jugoso y sustituye el aceite por mantequilla derretida: el sabor será mucho más rico y casero.
Un cuchillo caliente es todo lo que necesitas para cortar con precisión postres fríos como una tarta de queso. Solo tienes que pasar la hoja por agua caliente, secarla bien y cortar la porción perfecta. ¿Vas a servir varias raciones? Limpia y vuelve a calentar la hoja entre corte y corte para que todas queden impecables.
La olla de cocción lenta no es solo para recetas saladas: también puedes usarla para hacer unas tostadas francesas jugosas y llenas de sabor.
Bate dos huevos con dos claras, un poco de miel, canela y leche. Coloca triángulos de pan en el fondo de la olla, vierte suficiente mezcla para empapar el pan y repite el proceso por capas. Cocina unas dos horas en temperatura alta, o unas cuatro en baja. El resultado te sorprenderá.
¿Te apetece preparar una ensalada de pollo desmenuzado o un sándwich cremoso con mayonesa? Olvídate de hacerlo a mano: la batidora de pie puede hacerlo por ti en un momento. Coloca la carne cocida en el bol, usa la pala mezcladora y bate durante uno o dos minutos. Tendrás pollo perfectamente desmenuzado sin esfuerzo.
Si tienes plátanos muy maduros, con la piel ya negra o marrón, no los tires. Son perfectos para repostería: están más dulces, se trituran con facilidad y dan un sabor más intenso. El pan de plátano es la receta clásica para aprovecharlos, pero puedes darle tu toque personal con trocitos de chocolate, nueces o un chorrito de café.
El arroz integral tiene un sabor delicioso y combina bien tanto en ensaladas como en versiones saludables del arroz frito. Pero su tiempo de cocción puede ser largo. Al igual que ocurre con las lentejas o las alubias, puedes acelerar el proceso si lo dejas en remojo durante la noche. Cocinarás más rápido y además será más fácil de digerir.
Una mezcla de pasta de miso y mantequilla salada puede transformar cualquier plato en segundos. Úntala sobre verduras antes de asarlas, derrítela en una salsa para acompañar pasta o mézclala con fideos para añadir profundidad sin complicarte.
Este truco es ideal para quienes disfrutan del café con hielo pero no quieren que se les quede aguado. Prepara café al gusto, viértelo en una cubitera y congélalo. Luego, añade los cubitos a tu café frío o mézclalos con leche para un café con leche helado y bien intenso.
Si compras bloques de queso parmesano, no descartes la corteza: es una fuente de umami perfecta para enriquecer tus platos. Guárdala en una bolsa apta para congelar y tenla a mano para dar sabor a caldos, sopas, salsas o guisos. Solo tienes que añadirla en los últimos 20 minutos de cocción y dejar que se derrita poco a poco: el resultado es un sabor profundo y delicioso.
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Las galletas, magdalenas y otros productos de repostería casera pueden endurecerse pronto, incluso si los guardas en un recipiente hermético. Para conservarlos blandos por más tiempo, añade una rebanada de pan dentro del recipiente. El pan les aporta la humedad necesaria y ayuda a que sigan tiernos y apetecibles durante días.
¿Te ha sobrado pesto o salsa para pasta? No la tires. Viértela en una cubitera y congélala en porciones individuales para usar otro día. Una vez congelados los cubitos, pásalos a una bolsa con cierre y etiqueta. Así los tendrás siempre listos en el congelador cuando los necesites.
Olvídate de los dedos pegajosos y de las albóndigas deformes: una cuchara para helado es tu aliada perfecta para repartir la carne picada en porciones iguales. Con un tamaño uniforme, todas se cocinarán al mismo tiempo y quedarán en su punto.
Cuando preparas una salsa de tomate fresca o una salsa picante, lo mejor es quitarles la piel para que quede suave y sin tropezones. Haz un corte en cruz en la base de cada tomate, escáldalos en agua hirviendo durante 15-20 segundos, pásalos a un bol con agua muy fría y, cuando se enfríen, la piel saldrá sola al tirar suavemente de ella.
Hay dos formas de evitar que ingredientes como la miel o el sirope se peguen a la cuchara. La primera es meter la cuchara en agua caliente antes de sumergirla en el sirope. La segunda es limpiar la cuchara con un poco de aceite sin sabor y luego sumergirla en el tarro. Así conseguirás que resbale fácilmente y no desperdiciarás ni una gota.
El agua con gas, o incluso una bebida gaseosa con sabor como la limonada o el ginger-ale, es un truco estupendo para aligerar masas de fritos, tortitas o bollos.
Las burbujas aportan aire a la masa y consiguen un rebozado más crujiente o unas tortitas más esponjosas. También puedes sustituir la leche por limonada en recetas como los scones para evitar que queden densos y darles un toque diferente.
Y si esto te ha parecido útil, espera a ver el truco siguiente.
Equilibrar la acidez de una salsa de tomate no siempre es fácil, pero hay trucos que ayudan. Si prefieres no añadir azúcar, prueba a cocer una zanahoria entera en la salsa. Su dulzor natural contrarrestará la acidez del tomate. Puedes retirarla al final o triturarla junto a la salsa si quieres una textura más espesa.
Una forma sencilla de conservar el color verde de las verduras es escaldarlas. Cuécelas unos minutos en agua hirviendo (el tiempo dependerá del tipo de verdura) y pásalas enseguida a un bol con agua helada. Así evitarás que se pasen de cocción, mantendrán su textura firme, su color vibrante y su sabor. Además, reducirás el amargor en algunas variedades.
Si quieres que tus platos de pasta queden como los de un restaurante, no escurras el agua de cocción. Es rica en almidón y perfecta para espesar y ligar la salsa.
Saca la pasta directamente de la olla y mézclala con la salsa a fuego lento. Añade un cucharón del agua reservada mientras remueves: conseguirás una textura cremosa y un sabor más integrado.
Incorpora remolacha cocida y rallada a la masa de tus brownies o bizcochos de chocolate. Aportará un toque terroso, mejorará la textura y los dejará irresistiblemente jugosos. Además de sumar nutrientes, dará un tono intenso a la masa, con un brillo espectacular que sorprenderá a cualquiera.
Estas magdalenas saladas son perfectas para el desayuno, la merienda o llevar en la fiambrera. Además, son ideales para aprovechar ingredientes sueltos como hierbas frescas, jamón o queso.
Saltea ligeramente pimientos, cebolla o champiñones con los ingredientes que tengas, repártelos en moldes para magdalenas engrasados o con cápsulas. Bate los huevos con un poco de leche, viértelos sobre la mezcla y hornea unos 20 minutos, hasta que estén dorados y cuajados.
El aceite vegetal o la grasa de oca funcionan bien para asar patatas, pero ¿alguna vez has probado a usar mayonesa? Gracias a su mezcla de huevo, aceite y ácido, consigue una capa exterior dorada y crujiente. Solo tienes que mezclarla con tus hierbas favoritas y untarla por encima de las patatas antes de meterlas al horno. No necesitas añadir más grasa.
Un pequeño toque de mostaza puede marcar la diferencia en tus macarrones con queso. Prueba con una pizca de mostaza inglesa picante en la salsa: realzará el sabor del queso sin taparlo y dará un matiz especial al plato. Es un cambio sencillo, pero con un resultado sorprendente.
Antes de cocinar carne o pescado con piel, haz unos cortes en forma de cruz. Esto evitará que la piel se encoja o se despegue durante la cocción. Además, los cortes permiten que los adobos penetren mejor y ayudan a que el calor se reparta de forma más uniforme, lo que acelera la cocción.
Olvídate del horno: con unos pocos ingredientes y una taza puedes preparar un bizcocho individual en tiempo récord. Mezcla en una taza 2 cucharadas de harina con levadura, 2 de azúcar, 1 de cacao en polvo y 1 cucharadita de café soluble. Añade 1 huevo, 1 cucharada de leche y otra de aceite de girasol. Remueve bien y cocina en el microondas a máxima potencia durante 2 minutos.
Déjalo reposar un minuto... ¡y listo para disfrutar!
El jengibre fresco suele venderse en piezas grandes, aunque normalmente solo se necesita un trozo pequeño. Para evitar que se estropee, congela lo que te sobre y utilízalo cuando lo necesites. No hace falta descongelarlo ni pelarlo: puedes rallarlo directamente desde el congelador y conservar todo su sabor.
¿Te apetece un café con espuma como el de tu cafetería favorita? No necesitas una máquina especial. Llena un tarro hasta la mitad con leche, cierra bien la tapa y agítalo con fuerza. Cuando esté espumoso, retira la tapa y caliéntalo en el microondas a máxima potencia durante 30 segundos. La espuma duplicará su volumen y será el toque perfecto para tu café.
Si eres fan del sabor umami, dale un giro a las palomitas tradicionales. Mezcla salsa de soja con mantequilla derretida y viértela sobre palomitas sin sal ni condimentos.
El resultado: un aperitivo sabroso y diferente. ¿Quieres llevarlo más allá? Añade unas semillas de sésamo y un chorrito de salsa sriracha. Tus dedos no se van a salvar… ¡vas a necesitar muchas servilletas!
Pelar ajos puede ser una tarea pesada, pero el microondas puede facilitarte la vida. Corta la parte superior de los dientes que vayas a usar y caliéntalos durante 20-30 segundos. La piel se ablandará y saldrá casi sola, sin esfuerzo.
¿Quieres otro truco exprés con el microondas? No te pierdas la siguiente diapositiva
Aunque solemos imaginarlo chisporroteando en la sartén, el beicon también se puede cocinar en el microondas, de forma rápida y limpia. Coloca una hoja de papel de cocina sobre un plato, pon las tiras de beicon sin que se solapen y cúbrelas con otra hoja. Cocina a máxima potencia durante unos 3 minutos. Después, pásalas a otro papel para absorber el exceso de grasa antes de servir.
¿Las patatas se te estropean antes de lo esperado? Puede que el problema sea que las estás guardando junto a las cebollas. Ambos alimentos liberan humedad y gases que aceleran el proceso de descomposición del otro, así que lo mejor es mantenerlos separados y en lugares frescos y ventilados.
Si el bizcocho no te ha salido como esperabas, no pasa nada: nos ha pasado a todos alguna vez. No lo tires. Puedes aprovecharlo en un trifle, desmenuzarlo y usarlo como base para otro postre, o mezclarlo con helado en el procesador. Hay mil formas de rescatarlo con éxito.
Si te gusta acompañar carnes o verduras con mantequilla aromatizada con ajo, hierbas o guindilla, prepárala con antelación y congélala en una cubitera. Tendrás porciones listas para usar cuando las necesites. Basta con dejarlas a temperatura ambiente durante una hora para que se descongelen y estén perfectas…
Una vez pruebes este truco, no querrás volver atrás. Las mantequillas de frutos secos naturales no llevan estabilizantes, por lo que el aceite tiende a separarse y subir a la superficie. Si guardas el tarro del revés, los aceites se reparten mejor y te evitas removerlo cada vez que lo uses. Menos lío, menos esfuerzo… y listo para untar.
La mayoría de los cafés se infusionan mejor con agua caliente, pero no hirviendo. Si viertes el agua justo cuando rompe a hervir, puedes quemar el café y arruinar su sabor. Lo ideal es dejar que repose unos segundos tras hervir para alcanzar la temperatura adecuada. Así evitarás sabores amargos y disfrutarás de una taza mucho más equilibrada.
Tu gofrera puede servir para mucho más que gofres: también puedes usarla para preparar tortillas, quesadillas o croquetas de patata al estilo hash brown. Engrasa bien la plancha y cocina hasta que queden doradas y crujientes. Eso sí, asegúrate de que los ingredientes crudos, como el huevo batido o la patata rallada, estén bien hechos antes de servir.
Los rodillos suelen desaparecer justo cuando más falta hacen. Pero no te preocupes: una botella de cristal grande —llena o vacía— puede servirte perfectamente como sustituto. Es una solución improvisada, pero muy práctica, para estirar masas cuando no tienes rodillo a mano.
¿Recuerdas el truco de las patatas al horno? La mayonesa vuelve a hacer su magia aquí. Unta una fina capa en el exterior del pan en lugar de mantequilla y tu sándwich de queso quedará crujiente, dorado y caramelizado. La mayonesa crea una barrera con el calor y, al tener un punto de humeo más alto que la mantequilla, aguanta mejor las temperaturas sin quemarse.
¿Tienes pan que se ha quedado seco? No lo tires. Rocíalo con un poco de agua y mételo en el horno caliente durante 2 o 3 minutos: volverá a estar crujiente por fuera y tierno por dentro. Este truco funciona especialmente bien con panes enteros sin cortar, baguettes y panecillos ciabatta.
Si tu salsa holandesa se corta, no está todo perdido. Bate en un bol aparte una yema de huevo con una cucharada de mantequilla y un chorrito de agua templada. Luego, añade poco a poco la salsa cortada mientras remueves suavemente hasta que recupere su textura lisa y sedosa.
Si escalfar huevos te parece una misión imposible, prueba este truco infalible. Coloca un trozo de film transparente sobre un bol, engrasa ligeramente el interior y casca el huevo dentro. Cierra el film formando una bolsita bien sellada y cuécelo en agua hirviendo durante 2 a 4 minutos, según el tamaño del huevo y el punto que prefieras. El resultado: un huevo escalfado perfecto y sin complicaciones.
¿Quieres que tus hierbas cortadas aguanten más tiempo? Colócalas en posición vertical en un vaso con unos 5 cm de agua, igual que harías con un ramo de flores. Evita la luz solar directa y cambia el agua con frecuencia. Así se mantendrán frescas y aromáticas durante más días.
No hace falta renunciar a tus cuchillos, pero unas buenas tijeras de cocina pueden facilitarte la vida más de lo que imaginas. Sirven para cortar pizza, picar carne, trocear hierbas, recortar judías verdes e incluso dividir masa. En la cocina coreana se usan a menudo para cortar ingredientes directamente en la mesa, y no es casualidad: son prácticas, precisas y muy versátiles. ¡Es una herramienta que merece más protagonismo!
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Última actualización por Lottie Woodrow.