Admitámoslo: la comida no suele saber bien en un avión, sobre todo si viajas en clase turista. Pero, ¿por qué lo que se sirve a 12.000 metros de altura sabe tan distinto de lo que se come en tierra firme?
Debes saber que las comidas de los aviones no se producen solo para los comensales de un avión, sino para miles de clientes a la vez. Y, como todo el mundo sabe, la comida producida en masa a menudo implica renunciar al sabor.
Viajar en clase turista significa comer con cubiertos de plástico, y eso nunca hace que la experiencia gastronómica sea del todo buena. Además, eso también significa que la comida servida tiene que ser lo bastante pequeña o blanda para que se pueda cortar fácilmente con utensilios tan endebles. No es de extrañar, pues, que las verduras terminen estando demasiado cocidas y la carne, a veces, irreconocible.
Si viajas en un vuelo de larga distancia, lo más probable es que, una vez en el avión, lleves despierto/a desde bien temprano o que ya lleves estándolo todo un día. Estás cansado/a, a punto de dormirte y entonces oyes ese ruido del carrito tan familiar... Lo cierto es que, cuando tienes sueño, nada sabe especialmente bien.
Para que la comida sepa mejor, las compañías aéreas suelen aumentar el contenido de azúcar y sal en la comida. Por desgracia, esto suele tener el efecto contrario, además de contribuir a su deshidratación que, a su vez, empeora el sabor.
Las compañías aéreas quieren ganar el máximo dinero posible con el precio de sus billetes, y gastar menos dinero en comida es una de las formas más fáciles que tienen de conseguirlo. El resultado suele ser utilizar los ingredientes menos caros en las comidas, lo que, a su vez, significa que las comidas son menos interesantes gustativamente hablando.
Por mala suerte, no hay forma de evitarlo: las normas de seguridad alimentaria dictan que todas las comidas de las aerolíneas deben cocinarse en tierra. Esto significa que la comida que comes a bordo se cocina, se empaqueta y se refrigera antes de llegar al avión y, una vez allí, tiene que sobrevivir al recalentamiento en un horno de convección. No es de extrañar que tu comida no sepa como esperas…
Recalentar comida rara vez hace ningún favor a los alimentos. Cuando los platos previamente cocinados se calientan por encima de la temperatura ambiente, empiezan a deteriorarse. Esto afecta especialmente a las proteínas, lo que explica por qué la carne de avión suele estar seca y dura.
Como la comida que se sirve en los aviones se elabora horas (como mínimo) antes de que salga el vuelo, incluso los platos fríos (las ensaladas, por ejemplo) distan mucho de estar frescos para cuando llegan a ti. Si buscas más sabor, evita las verduras en favor de paquetes de queso y galletas, que suelen ser más apetitosos.
La razón principal por la que la comida de avión sabe diferente es que la consumes a una altitud increíblemente elevada. A 12.000 metros, tus papilas gustativas no funcionan tan bien como en tierra. Teniendo esto en cuenta, las compañías aéreas suelen probar primero sus menús en el aire antes de introducirlos en sus vuelos regulares.
Las compañías aéreas producen alimentos para miles de clientes, por lo que deben ser capaces de atender a todos. Eso significa no solo tener en cuenta las restricciones dietéticas (vegetarianismo y veganismo, alergias a los frutos secos, intolerancia a la lactosa, etc.), sino también los gustos personales. Por eso, a menudo, les resulta más fácil pecar de precavidos y servir comida más insípida.
Un estudio de la Universidad de Cornell reveló que nuestro sentido del gusto -específicamente, los sabores dulces y umami (salados)- se ve afectado por entornos ruidosos como los aviones. Esta es solo una de las razones por las que un plato salado de sabor intenso, como el curry, sabe mucho mejor que una tarta de queso con fresas.
Una parte importante de cómo saboreamos la comida depende de nuestro sentido del olfato, pero el aire seco de la cabina afecta a nuestras narices. Con una humedad inferior al 12 %, es más seco que la mayoría de los desiertos. Se cree que algunos sabores pueden ser un 30 % más difíciles de detectar, por lo que la comida, ya de por sí bastante insípida, pierde aún más atractivo en el momento en que la probamos. La presión atmosférica también afecta al olfato.
Aunque la mayoría de las cosas saben peor en los aviones, el zumo de tomate sabe “mejor”. En tierra, suele tener un sabor bastante terroso, mientras que, en el aire, se cree que el aire seco de la cabina lo hace más ligero y fresco. Así que la próxima vez que vueles, plantéate cambiar tu vaso de vino por un Bloody Mary.
Los viajes en avión y la naturaleza de las zonas horarias hacen que, a menudo, tengas que comer a horas extrañas. Puede que te sirvan la cena a las 4 de la tarde en tu vuelo de la tarde, y luego el desayuno a las 7 de la mañana, hora local, excepto que todavía es medianoche en tu lugar de salida, y lo último que te apetece es comerte una tortilla de aspecto gomoso y una salchicha anémica.
En general, los y las auxiliares de vuelo sirven las comidas de delante hacia atrás. Así que, si te sientas en la parte trasera del avión, es más probable que las opciones de comida más interesantes ya no estén cuando llegue el carrito a tu asiento. Además, ese mayor tiempo de espera significa que tu comida estará más fría cuando vayas a comértela.
Si la comida de tu vuelo sabe especialmente bien, probablemente significa que estás sentado en la parte delantera del avión, en clase preferente o primera clase. Los menús de estas clases suelen estar diseñados por chefs de renombre, contienen ingredientes de buena calidad que se han cocinado bien (por ejemplo, filete poco hecho) y se sirven en platos de verdad con cubiertos de verdad. En realidad, no es de extrañar que todo sepa mejor.
Un consejo: si una de las opciones de comida que te ofrecen es un curry, elígelo. El intenso sabor (o umami) del curry hace que incluso en el aire conserve gran parte de su sabor, por lo que suele ser una opción mejor que la pasta o un guiso.
La comida suele saber mejor en un avión cuanto antes la comas, y no solo porque esté más fresca. Si estás en un vuelo de larga distancia, cuando llegues a la última comida es probable que estés más que deshidratado, lo que significa que ya nada te sabrá bien. La solución es obvia: bebe más agua e intenta mantenerte alejado del carrito de la bebida.
¿Te has preguntado alguna vez por qué la comida en los asientos más económicos suele estar impregnada de salsas, o por qué el puré de patatas es más líquido que sólido? De nuevo, la culpa lo tiene el recalentamiento. Los alimentos se secan durante el proceso de recalentamiento, por lo que las compañías aéreas lo contrarrestan utilizando más salsas. Pero, por desgracia, hay muy pocas cosas que sepan bien cuando se sirven tan empapadas.
La presión atmosférica hace que los líquidos se expandan y contraigan en el aire, lo que se cree que influye en por qué todo el alcohol, pero especialmente el vino, puede saber mucho más ácido en un vuelo. Las compañías aéreas eligen sus vinos teniendo esto en cuenta, aunque, por supuesto, te beneficiarás de una carta de vinos bien elegidos si viajas en primera clase o en clase preferente.
Si viajar en avión, o incluso si el mero hecho de hacer las maletas, salir de casa y dirigirte al aeropuerto, te produce ansiedad, es probable que esto también influya en lo mucho que disfrutes de la comida que te sirvan en el vuelo. El té de manzanilla suele ser una buena opción como bebida relajante, aunque tendrás que llevarte bolsitas de té en lugar de confiar en que te las proporcione la compañía aérea.
La compañía aérea con la que vueles puede hacer o deshacer tu experiencia gastronómica a 12.000 metros, así que, si es posible, opta por viajar con una compañía conocida por servir mejor comida. Singapore Airlines suele ser votada como una de las mejores en cuanto a comida de avión (sí, incluso en clase turista), mientras que se considera que muchas aerolíneas estadounidenses necesitan mejorar considerablemente en este aspecto.
Muchas de las principales aerolíneas del mundo han encargado a conocidos chefs que mejoren la calidad de sus comidas a bordo. British Airways encargó a Heston Blumenthal la elaboración de menús degustación para sus vuelos durante los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, mientras que Peter Gordon ha trabajado con Air New Zealand y Alain Ducasse con Air France. ¿El inconveniente? Normalmente tienes que estar en primera clase o en clase business para beneficiarte de esto.
Cierto, resulta un poco irritante desembolsar cientos de euros por un vuelo y encima pagar por la comida, pero si realmente quieres comer comida decente (sobre todo en clase turista), tu mejor opción es llevarte provisiones. Si preparar un picnic en casa te supone demasiado esfuerzo, seguramente puedas comprar algo para el viaje en el aeropuerto.
Dado que el sabor de los alimentos dulces suele disminuir en un avión, también deberías considerar la posibilidad de llevarte algo ácido si quieres algo azucarado para contrarrestar el sabor de la comida del avión. El sabor ácido suele ser lo bastante fuerte como para seguir funcionando en el aire, y chupar un dulce también es una buena forma de combatir el pitido en los oídos durante el ascenso y el descenso.
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